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Guelbenzu considera que "nada que no tenga un riesgo tiene interés"

Un hombre, una mujer y un largo diálogo entre ambos conforman la última novela de José María Guelbenzu (Madrid, 1944). No hay narrador, apenas alusiones ambientales. El protagonista es un profesor sesentón retirado que se llama Fausto. Ella fue su alumna y acude a pedirle consejo en una encrucijada de su vida. Tal aparente sencillez esconde un ejercicio literario brillante y complejo. Guelbenzu acudió ayer a Bilbao a cumplir con el nuevo tributo de los escritores: la promoción.

"A pesar de lo cansado que resultan las rondas de entrevistas, ahora ya es impensable que el escritor se desligue de la promoción de la novela", se resigna el autor de Un peso en el mundo (Alfaguara), que ha sido calificada, como la mayoría de las obras de Guelbenzu, como arriesgada. "Nada que no tenga un riesgo tiene interés; si uno no se arriesga no sé para qué va a hacer nada en la vida", asevera. Un peso en el mundo es un largo diálogo entre dos personajes, un hombre de unos 60 años, profesor retirado en algún lugar del norte de España, y una mujer en los cuarenta que fue alumna suya y que acude a él en busca de consejo en una encrucijada de su vida. Ningún narrador media entre la conversación de estos dos personajes, ninguna referencia ambiental clara. "Siempre me planteé la novela de esta manera, como un diálogo desnudo. Es un reto interesante para el lector y muy bonito. La gente que se conoce sabe muchas cosas el uno del otro que ya han sucedido. El lector tiene que ir descubriendo lo que se dice y además lo que está implícito. No se le da nada hecho". La única excepción a este diálogo es un intenso monólogo de la mujer protagonista. "En ese momento supe que la novela estaba vencida. Ella es capaz de mantener un diálogo con su propia alma; ya no necesita al maestro. En todas las buenas novelas, y está mal decirlo, hay un momento en el que se produce un giro, y suele ser poco antes del final, que es el que explica todo el movimiento de conciencia del personaje. Y ahí se produjo". El autor de El mercurio o La noche en casa ha llamado al protagonista de su última obra Fausto. Sin embargo, ella no tiene nombre. "No lo necesita. Ella a sí misma no se va a nombrar en la conversación, así que no tiene nombre porque el otro no se lo da. ¿Y por qué no lo hace? Eso que lo decida el lector". Destaca de Un peso en elmundo lo definido y certero del personaje femenino. ¿Cómo ha sido Guelbenzu capaz de meterse en el interior de una mujer de cuarenta y tantos? "Una de las características de un escritor tiene que ser la capacidad de desdoblarse. En la vida sería estupendo porque eso te haría ser mejor". Desde el principio, a José María Guelbenzu no le importó ni el riesgo del largo diálogo o de la complejidad de personajes que tienen que ir explicándose a sí mismos. "A decir verdad empecé pensando "vaya por Dios voy a escribir otra novela minoritaria". Pero cuando iba por la mitad, y ante mi sorpresa, me di cuenta de que iba a ser todo lo contrario, la novela que más gancho va a tener de todas". Quizá a eso ayude la certeza que tenía de lo que deseaba transmitir. "Qué pasa cuando una persona decide que quiere indagar en sí misma, en lo que supone para el ser humano el deseo de ser mejor". Esta misma reflexión ha estado presente en la vida de Guelbenzu: "Toda mi existencia ha sido un problema moral y cívico personal".

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