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Tribuna
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Carlos III

La Universidad Carlos III es una de las grandes realizaciones del Madrid de nuestro tiempo. Recién cumplidos los 10 años, tiene ya 12.000 alumnos, si se suman a los de Getafe los de Leganés, donde están las facultades técnicas. Ha significado para Madrid, sobre todo, un nuevo concepto. Situar una universidad en el sur de la ciudad era romper con el heredado convencimiento de que los estudios universitarios eran para los hijos de las familias que habitaban en los distritos del norte.La universidad está situada en unos antiguos cuarteles, en torno a los cuales han surgido nuevos edificios. He estado allí en estos días con motivo de un seminario titulado La Constitución, 20 años después. El fundador y rector de la Carlos III, Gregorio Peces-Barba, ha reunido en estos debates, que han durado varios días, a algunos de los ponentes constitucionales, a profesores de derecho, líderes sindicales y patronales, representantes de asociaciones cívicas y algunos periodistas que fueron testigos de la elaboración de la Constitución. El lugar era bueno para hablar de la Constitución, porque, como decía Miguel Ángel Aguilar, compañero en la mesa de la prensa, cuando en estos caserones había soldados, las Fuerzas Armadas servían a la "amenaza nacional" que representaba la dictadura, y no a la defensa nacional hoy constitucionalmente garantizada.

Los estudiantes eran muy jóvenes. Algunos hasta es posible que hubieran nacido por los años de la promulgación de la Constitución. No tenían por qué saber cómo era España hace 20 años, ni parecía que les interesara especialmente. Habían llegado al mundo con la Constitución hecha. Me dio la impresión de que tienen tendencia a ver los defectos que pueda tener o que pueda tolerar, más que el logro que, para la generación anterior, significó su aprobación tras un gran esfuerzo de consenso. Los debates han sido interesantes, sobre todo para escuchar las opiniones de los estudiantes de una universidad cuya existencia es de por sí resultado del espíritu constitucional.

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