"La sociedad no ha normalizado aún su respuesta hacia el euskera"
Andrés Iñigo fue designado ayer nuevo académico de número de la Academia de la Lengua Vasca-Euskaltzaindia por 18 votos a favor y tres en blanco, en pleno celebrado por la institución en la ciudad vascofrancesa de Bayona. Andrés Iñigo (Ituren, Navarra, 1945), quien sustituye al fallecido Federico Krutwig, es doctor en Filosofía y Letras, ha dedicado toda su vida a la enseñanza del euskera y durante 17 años dirigió la Escuela Oficial de Idiomas de Pamplona. Es miembro de Euskaltzaindia desde hace doce años y trabaja en sus comisiones sobre onomástica y tutela de la lengua. Pregunta. ¿Por qué cree que la tarea de normalizar la onomástica vasca genera polémicas sociales tan apasionadas? Respuesta. Hay algún caso, pero no tengo la sensación de que provoque verdaderas discusiones sociales, o al menos no con la repercusión que parecen reflejar algunas informaciones. Creo que la verdadera repercusion de una lengua la provoca la regulación de su gramática, de su léxico; la normativa general de su uso como medio de comunicación. Lo que ocurre es que la toponimia tiene un alcance mayor porque llega a todos, también a las personas que no hablan euskera, y quizá por eso parece que esa tarea tiene mayor repercusión. P. Sin embargo, la euskaldunización de la toponimia sí provoca a veces controversia. R. Ocurre a menudo que nombres que han sido castellanizados en ciertas épocas, o que se han utilizado de forma castellanizada en la historia reciente, al ser analizados ahora correctamente por Euskaltzaindia en un diagnóstico lingüístico e histórico originario, produce a veces reacciones un tanto extrañas; la consideración de que "nos quieren cambiar el nombre", y no es eso. Muchas veces ese nombre existía ya y era utilizado por los euskaldunes, aunque luego se castellanizó por diversos motivos. Otro tema muy importante es que el euskera no ha sido idioma oficial hasta hace bien poco, y eso llevó a que nunca su grafía estuviera oficialmente recogida en ningún documento. La realidad es que se han utilizado nombres totalmente vascos con grafías castellanizadas. P. ¿En qué fase de los estudios onomásticos está la Academia? R. En cuanto a toponimia, en la Comunidad Autónoma Vasca la tarea está muy avanzada, aunque la comisión recibe todos los meses consultas, sobre todo procedentes de pueblos de Álava, que hay que resolver. En Navarra, por ley, normalizamos los topónimos de la zona norte, la zona legalmente vascófona, aunque queda trabajo que hacer en la normalización de los nombres de la zona mixta y de la no vascófona. Pese a ello, hay mucho trabajo adelantado. En Iparralde la cosa es muy distinta, porque la lengua vasca ni siquiera es oficial. Respecto a los apellidos, el pasado año ya se editó un libro que recoge la correcta grafía de unos 10.000 apellidos, atendiendo a la petición que hicieron el Ministerio de Justicia y el departamento de Justicia del Gobierno vasco, y se sigue trabajando en la materia. La demanda social ha crecido mucho y se expiden cada día más certificados para poder realizar los cambios de apellidos y euskaldunizarlos. Ahora estamos investigando los nombres propios. P. ¿Se respeta la autoridad de Euskaltzaindia? R. Lo cierto es que la sociedad acepta de muy buen grado nuestras normas y además nos demanda que sigamos trabajando en cuestiones aún no resueltas. Por parte de instituciones y estamentos siempre hay alguna reticencia, algún incumplimiento de las normativas, pero son excepciones y corresponden más bien a cierta dejadez en la grafía correcta de nombres toponímicos. Esto ocurre sobre todo en Navarra. P. ¿Por qué cree que se sigue generando conflictividad alrededor de los distintos modelos de enseñanza? R. Quizá porque, al igual que ocurre con el idioma, que aún esta inmerso en un proceso interno de normalización, la sociedad todavía está atravesando una fase de respuesta y de normalización con respecto al euskera. Se ha avanzado mucho, no obstante, y creo que la mayor parte de la sociedad apoya la completa incorporación del euskara a todos los ámbitos de la vida del país. Sospecho que la sociedad va muy por delante de las decisiones de sus representantes y de la propia concienciación de los políticos. P. Como académico, ¿qué opinión tiene del grado de corrección en el uso del euskera por las nuevas generaciones? R. Lo ideal sería que cantidad y calidad fueran unidas, pero no siempre es así. La demanda de enseñanza en euskera ha aumentado mucho. Al inicio de la euskaldunización no había, lógicamente, profesorado demasiado preparado para afrontar el reto. Ahora es muy distinto: tenemos un colectivo docente muy preparado. Sin embargo, hay que estar permanentemente haciendo autocrítica para utilizar correctamente un idioma tan rico como éste.
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