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Entrevista:ANDALUCÍA, SIGLO XXI

"La lucha por mantener pobladas las áreas rurales nos la estamos jugando ahora"

CARMEN OCAÑACATEDRÁTICA DE GEOGRAFÍA HUMANA Carmen Ocaña Ocaña (Fiñana, Almería, 1946) lleva más de 20 años dedicada al estudio del territorio y la población en Andalucía. Además de impartir clases en la Universidad de Málaga (UMA), es autora de numerosos estudios sobre la evolución del campo y las ciudades de la comunidad. Participa en la ponencia sobre Andalucía Cohesionada.Pregunta. ¿Han sido útiles iniciativas como los programas Leader para corregir desequilibrios territoriales? Respuesta. Útiles sí, aunque no definitivos. La tendencia al desequilibrio entre campo y ciudad no desaparece con intervenciones más o menos coyunturales. El valor de estos programas es su carácter demostrativo de cómo orientar el desarrollo rural, de cómo propiciar cambios en las estructuras productivas que permitan unas condiciones de vida aceptables en el medio rural. El objetivo es que la población no se vea expulsada de sus pueblos por falta de medios o de perspectivas. P. ¿La migración rural no es una tendencia natural? R. No, en absoluto. Se produjo históricamente bajo la presión de la necesidad extrema. En los niveles de bienestar social de que ahora se dispone, la necesidad es menos acuciante. Hay prestaciones sociales que, aunque sean tan discutidas como el subsidio agrario, evitan situaciones de precariedad que estuvieron en la base de la emigración de los sesenta, sin contar la importancia de otras prestaciones, como las pensiones, que tanto suponen en las economías rurales, por ser poblaciones muy tocadas de envejecimiento. Además, hay que reconocer que los pueblos están muy remozados, y que se ha mejorado el nivel de los equipamientos, aunque mucho quede por hacer al respecto. Por trabajos de encuesta he podido apreciar que la población estima la calidad de vida del medio rural y que es la falta de perspectivas, básicamente en cuanto a empleo, la clave del problema. P. ¿Hasta qué punto este tipo de iniciativas obligarán al medio rural a ser siempre dependiente de ayudas oficiales? R. Es posible que para las zonas más desfavorecidas estos apoyos sean necesarios siempre, pero también podemos hacer una lectura diferente del concepto de apoyo. Tenemos una apreciación negativa de las subvenciones, porque las relacionamos con el sostenimiento de actividades poco eficientes. Pero si la sociedad valora que es de interés sostener unos espacios rurales, con su cultura y su paisaje, o mantener un tejido productivo, o preservar el medio natural, ya no estamos hablando de subvenciones graciables, sino de compensar por unas funciones necesarias. P. Pero primero hay que luchar para que la población no se marche de estas zonas. R. Desde luego. La lucha por mantener poblado el territorio es muy importante. Y opino que, en las zonas más deterioradas, es una batalla que debemos librar ya. Es decir, la lucha por mantener la población en las áreas rurales nos la estamos jugando ahora. P. ¿Por qué? R. La emigración de las décadas anteriores diezmó y empobreció las zonas rurales, especialmente las más aisladas y desfavorecidas. Este éxodo se ralentizó en los ochenta como consecuencia de las políticas sociales y de la débil demanda de trabajo en las ciudades. Como resultado queda en los pueblos un estrato de población joven, fruto de esa migración que no se produjo y de un momento en que la fecundidad no era tan débil. Si los pueblos perdiesen esta generación joven, con las bajas tasas de crecimiento natural en las que ya nos movemos, el futuro sería mucho más incierto. P. Al PER se le ha criticado por haber invertido mucho en equipamiento y poco en creación de un tejido empresarial. R. La falta de una clase empresarial es una crítica que puede hacerse a la globalidad de la sociedad andaluza. La tradición, o el tipo de actividades, aún la han limitado más en el mundo rural, al margen de las empresas agrarias. Desde la administración pública se deben propiciar las condiciones para que esta clase se multiplique. Es en la pequeña empresa, casi en la capacidad de autoempleo, en lo que se cifran muchas de las esperanzas del desarrollo rural. P. ¿En qué medida son útiles actividades como el turismo rural o las pequeñas industrias locales para frenar el éxodo? R. A medida que se moderniza, la agricultura limita su demanda de mano de obra. El empleo del medio rural tiene, por tanto, que fundarse en estas actividades de industria y de servicios. La situación no es fácil. Por lo que se refiere a las industrias locales, han de enfocarse a procesos productivos adecuados a la talla de la pequeña empresa, y tienen que encontrar eso que se llama el nicho de mercado, es decir, aquel donde no les ahogue la competencia de grandes empresas. No es fácil, pero tampoco imposible, y se van viendo muchas experiencias realmente ejemplares. Y respecto al turismo rural, es otra oportunidad de desarrollo. De hecho, a estos proyectos se aplicaron casi el 58% de las inversiones del Leader I. Creo que ha despertado unas expectativas quizá desmesuradas. Me refiero a que no debe considerarse como solución general a la decadencia de las actividades rurales. En primer lugar no todos los espacios gozan de las condiciones y sobre todo del prestigio que un paraje natural debe tener para ser un reclamo turístico. Por otra parte, es también una actividad que debe sostenerse dentro de márgenes muy bien acotados para que sea sostenible, es decir, que no afecte a la calidad del paisaje o deteriore los valores culturales que están en su origen. En cualquier caso, igual que las industrias, también requiere una cultura empresarial. Y habida cuenta que muchas actividades ligadas al turismo rural son discontinuas en el tiempo, exigen a la familia rural una gran versatilidad. Todo ello pide también un esfuerzo de preparación de los recursos humanos. P. Las experiencias Leader han demostrado que las mujeres son las que mejor se integran en este tipo de iniciativas. R. Ciertamente, lo que demuestra que eran un potencial productivo que estaba desaprovechado. La crisis de la sociedad agraria tradicional limitó su papel y en consecuencia la emigración rural más constante ha sido, desde entonces, la femenina. Con esta iniciativas se ha movilizado una fuerza que estaba latente y desaprovechada. En la diversificación de rentas de la familia rural, la mujer ha de jugar de nuevo un papel esencial en la economía de la familia y de los municipios rurales. La cuestión clave es la formación, formación orientada hacia la actividad y la empresa.

"El turismo no debe considerarse la solución a la decadencia de las actividades rurales"

Carmen Ocaña ha dirigido el departamento de Geografía de la Universidad de Málaga (UMA) desde 1977 a 1984 y desde 1986 a 1993. Su última publicación es Andalucía, población y espacio rural (Málaga, 1998).

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