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Miguel Ángel, portero de ocasión

El centrocampista paró un penalti y preservó el triunfo del Barça B

Robert Álvarez

Dos minutos le han lanzado a la fama como no lo habían hecho los dos años que lleva en el Barça B, al que llegó procedente del Comerç Creu, un modesto equipo de Sabadell, su ciudad natal. Miguel Ángel Lozano, de 20 años, protagonizó el domingo en Las Gaunas un episodio insólito. El centrocampista acababa de sustituir a Rubio. Era el minuto 80 y el Barça B ganaba por 0-1. Dos minutos después el guardameta azulgrana José, que debutaba en Segunda A debido a la lesión que sufrió Felip días antes, fue expulsado al ver una segunda tarjeta amarilla. Miguel Ángel se fue directo a José, trató de consolarlo, y al mismo tiempo le pidió la camiseta mientras levantaba su brazo izquierdo y se golpeaba el pecho para indicarle a su entrenador, Josep Maria Gonzalvo, que una vez hechos ya los tres cambios, estaba firmemente decidido a ser él quien se pusiera bajo los palos. Detuvo el lanzamiento de Marín, evitó que el Logroñés empatara y salvó dos puntos especialmente importantes para un Barça B que se debate por evitar los puestos de descenso."Fue una premonición. No podía ser que el buen trabajo que estaba haciendo todo el equipo se fuera al traste en un momento", contaba ayer Miguel Ángel. Gonzalvo explicó: "Lo vi tan decidido que le dejé hacer. En ese momento lo importante era el convencimiento". El técnico del Barça B es un estudioso de las características de cada rival. Le explicó cómo iba a lanzar el penalti Marín, que iba a ser el designado porque Boronat había sustituido ya a Nayim. "Me dijo que iba a tirar fuerte, a media altura y por mi derecha", dice Miguel Ángel, que tras la explosión de júbilo una vez concluido el partido, corrió al vestuario para tratar de levantarle el ánimo a José y también en vano de buscar a Marín para consolarle.

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"No había ocupado nunca ese puesto. Sólo el año pasado, un día después de haber logrado el ascenso en el campo del Real Madrid B, hicimos una pachanguita y jugué de portero. No lo hice mal. Acabamos 0-0", explica radiante Miguel Ángel con un balón en las manos enfundadas con los guantes con los que posó tras el entrenamiento de ayer para un buen número de cámaras.

A su madre, María Luisa, se le saltaron las lágrimas. "Tienes que dar gracias a Dios por lo que has hecho", le dijo a Miguel Ángel que, preguntado por la diferencia, no titubeó: "Da mucha mayor alegría parar un penalti que marcar un gol".

Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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