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Los 25 años del Villarroel Teatre

JOAN DE SAGARRA El Villarroel Teatre ha cumplido 25 años y con tal motivo se ha editado un libro que recoge cuanto ocurrió en aquel escenario durante aquellos años y en el que se entrevista a los responsables del mismo. El libro, editado por la Diputación barcelonesa (Institut d"Edicions / Institut del Teatre), ha sido coordinado por Joan Anton Benach y se nutre de textos del propio Benach, Santiago Fondevila, Gonzalo Pérez de Olaguer y Feliu Formosa. Hará cosa de un año, Benach, a sugerencia de los responsables del teatro Villarroel, me propuso colaborar en el libro, a lo que me negué. En primer lugar, porque había iniciado ya mi distanciamiento de cuanto hace referencia a la escena catalana, y en segundo lugar, porque me resultaba incómodo colaborar en las bodas de plata de un teatro cuyos responsables firmaron en su día un artículo en el que se calificaba a los críticos barceloneses, y a mí en particular, de "enemigos del teatro". Pues bien, me ha llegado el libro en cuestión, lo he leído detenidamente y, al llegar a la página 38, me he enterado, gracias a la pluma de Santiago Fondevila, de que "l"Àrea de Cultura del primer Ajuntament de la democràcia atorgà diverses subvencions a les sales barcelonines independents", entre ellas la Sala Villarroel: "quatre milions, que serviren per millorar la instal.lació elèctrica, insonoritzar el sostre i ampliar l"escenari". Es posible, lo ignoro, que el primer Ayuntamiento democrático concediese una subvención de cuatro millones de pesetas a la Sala Villarroel, pero en cualquier caso no para mejorar la instalación eléctrica, insonorizar el techo y ampliar el escenario. Y voy a decirle el porqué al señor Fondevila: porque esas mejoras ya se habían realizado en el teatro antes -un año antes- que se proclamase el primer Ayuntamiento democrático (1979); reformas costeadas -con cuatro millones- por la Delegación de Cultura del Ayuntamiento que presidía el alcalde Socías; Delegación de Cultura al frente de la cual se hallaba, a la sazón, un servidor. Resulta sorprendente que una información como la facilitada por el señor Fondevila pueda haberse colado en un libro coordinado por Joan Anton Benach, el cual estuvo precisamente trabajando en el Área de Cultura del primer Ayuntamiento democrático. Y más aún teniendo en cuenta que, en la página 37 del libro de marras, el propio señor Fondevila cita un artículo de Gonzalo Pérez de Olaguer en el que éste menciona ya las reformas de la Sala Villarroel con anterioridad (temporada 1978-1979) a la proclamación del primer Ayuntamiento democrático, si bien en dicho artículo no se habla de ninguna subvención ni de quién la concedió. Existe, por parte de ciertos plumíferos, como una irresistible tentación a creer que cualquier tipo de política teatral, por rudimentaria que sea, a cargo de las instituciones públicas llega con la democracia. Y no es así. En los 11 meses en que estuve al frente de la Delegación de Cultura, recuerdo que, además de los cuatro millones para las reformas de la Sala Villarroel, se ofreció un millón al Lliure (al final les bastó con medio), el cual lo había solicitado para no verse obligado a cerrar sus puertas. También se financió la apertura de La Cuina del Institut del Teatre, el espectáculo Antaviana (dos millones), el cual se estrenó en la Sala Villarroel "con el patrocinio de la Delegación de Cultura", como rezaban los anuncios; se entregó medio millón a Comediants para poderse desplazar a Polonia, se financió un espectáculo de Ferran Rañé (bajo orden de busca y captura); se subvencionó a una serie de pequeñas compañías, a veces ayudándolas a comprar una camioneta... Por último, sólo me resta felicitar al Villarroel Teatre por sus primeros 25 años, a la Diputación por tan interesante libro, así como al coordinador del mismo y, de manera especial, al señor Fondevila.

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