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Entrevista:GEORGES MOUSTAKICANTANTE Y COMPOSITOR

"Los conciertos intimistas no son incompatibles con la multitud"

Georges Moustaki (Alejandría, 1934) tiene un pasaporte griego y otro francés, pero hace mucho tiempo que sus canciones le concedieron visado para todo el mundo. Sus letras fueron un arma de protesta en los turbulentos años 60 y 70, pero siguen conservando su vigencia temática en el canto al amor, que reitera en todos sus trabajos. Moustaki ofrecerá hoy un recital en el teatro Victoria Eugenia de San Sebastián, dentro de la programación de Donostia Kultura, en el que interpretará canciones de su último disco, Tout reste à dire. El cantautor, que ha combinado el intimismo de sus conciertos con actuaciones en grandes espacios afirma: "Los conciertos intimistas no son incompatibles con la multitud". Moustaki recalará también en el Arriaga de Bilbao, el próximo sábado, y en Pamplona, al día siguiente en el Gayarre. Ésta no es la primera visita de George Moustaki a la capital guipuzcoana. Actuó en esta ciudad hace cuatro años, pero la conoció mucho antes. Todavía recuerda la calurosa acogida que le dispensó el público donostiarra en el verano de 1976, al poco de morir Franco, cuando todavía resonaban los gritos de protesta nacidos de la dictadura y se miraba al futuro con esperanza. "La gente estaba muy animada con los acontecimientos", afirma Moustaki. De su estancia en San Sebastián surgió una colaboración con cantautores vascos. Grabó una canción en euskera con Imanol y Paco Ibañez y de aquella experiencia recuerda: "El euskera me resulto difícil de entender, pero fácil de pronunciar". Han pasado más de veinte años y el cantautor cree que las canciones de protesta tienen hoy otro sentido: "Las cosas que entonces incitaban a rebelarse casi se han olvidado. Hoy existen otras causas por las que luchar en otras partes del mundo, pero no las conozco íntimamente. Y hablo de lo que puedo entender". Y Moustaki siempre ha tratado de entender y ha cantado al amor y lo sigue haciendo. "El amor", dice con convencimiento absoluto, "es la única fuente de inspiración". De ahí que sus composiciones hayan encontrado su mejor estandarte en la mujer. Hay quien dice que es una forma de tratar de comprenderlas. Él reconoce: "Nunca lo voy a conseguir, pero lo intento. Mis canciones son una manera de acercarme más a ellas, pero no me hago demasiadas ilusiones. Siempre me encuentro con una frontera misteriosa y apasionante". Pero la música le ha librado de barreras y le ha servido para ejercer su propia libertad. "El hecho de cantar me da vida y viceversa. Utilizo las ideas que merodean por mi cabeza. A cambio, recibo lo suficiente para comer, beber, dónde alojarme y para vivir acomodado. Recibo lujo y respeto. No sé cuál es mi mérito o quién sale ganando con el cambio, pero estoy satisfecho". Piensa: "Todos necesitamos poesía, y aunque sea de amor, o de risa, siempre tiene un elemento subversivo, porque el poeta debe ser una persona libre de criticar y de reirse de todo". ¿Cree que la música de cantautor es patrimonio exclusivo de la izquierda? "Creo", responde, "que la poesía no es de derechas, pero tampoco exclusivamente de izquierdas. No puede ponerse una etiqueta. Una persona como Edith Piaf era una cantante rebelde a su manera, pero sus mensajes tenían un mensaje muy popular. Sin embargo, ella no era de izquierdas, era una persona totalmente autónoma". Moustaki saca a colación una parte importante de su vida. Piaf fue para él una "llave para identificar" sus "pasiones, como mujer, como ser humano, como cantante y como alter ego". La cantante interpretó algunas de sus canciones e inspiró la creación de muchas otras. Todas las composiciones de Moustaki nacen de un deseo innato de comunicar. "Me gusta escribir música", afirma, "porque es una manera de dar voz a mis canciones. La música sirve a la palabra, la trae al oído de una manera más lírica, más elocuente". Moustaki no coincide con quien afirma que la música no encuentra obstáculos idomáticos. "No es un lenguaje universal, pasa fácilmente las fronteras, pero las tiene. Y sin embargo, en su último disco incluye también canciones en portugués, español e inglés. El cantautor se trasladó en 1951 a París desde su Alejandría natal para continuar sus estudios de Bachillerato. Fue entonces cuando asomó su vocación escondida por la música. Le apasionaban todas sus vertientes. Comenzó como instrumentista, pero no tardó en lanzarse a la tarea de componer canciones. Sus obras encontraron una buena acogida entre los cantantes de la época: Edith Piaf, Reggiani, Barbara o Salvador reclamaron algunas de sus obras. En 1969, grabó Le métèque, una mítica confesión íntima, y sin apenas buscarlo encontró una llave para abrir todas las puertas. De hecho, su música nunca ha necesitado pasaporte. Su repertorio, recogido en cerca de una veintena de álbumes, es conocido en todo el mundo. Además, ha compuesto música para teatro y cine, escrito libros y expuesto dibujos y acuarelas. Él prefiere definirse como un "diletante profesional".

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