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Dos testigos del "caso Banesto" apoyan la tesis de Conde en la "operación Isolux"

Francisco Gómez Zubeldia y Roberto Warfield suscribieron ayer, durante su declaración como testigos en el caso Banesto, la tesis mantenida por los abogados de Mario Conde y Mariano Gómez de Liaño en la operación Isolux. No obstante, no lograron disipar, en especial Warfield, los indicios de que la venta del 30% de Isolux a la alemana Metallgesellschaft fue un mero aparcamiento de acciones. Warfield reconoció que los alemanes no nombraron representante alguno en Isolux, a pesar de que estuvieron en ella de enero a julio de 1993.

En enero de 1993, la alemana Metallgesellschaft compró por 3.300 millones de pesetas el 30% de Isolux, filial de la Corporación Banesto, a Valyser y Jamuna (sociedades que forman parte de la trama suiza de Mario Conde). En la operación se utilizó una intermediaria llamada Ibiser. En julio de 1993, ese 30% fue a parar a la corporación por 3.576 millones de pesetas. Antes de esta operación, en julio de 1990, Valyser había adquirido el 40% de Isolux por 600 millones.La sesión de ayer del juicio del caso Banesto versó sobre la doble operación realizada en 1993 y contó con dos de las personas que intervinieron en la venta a Metallgesellschaft, Francisco Gómez Zubeldia y Roberto Warfield, que son cuñados.

Gómez Zubeldia, que entonces trabajaba en el despacho de Mariano Gómez de Liaño, declaró que la sociedad alemana no actuó como fiduciaria en ningún momento, y que fue él quien decidió que la operación se realizara a través de Ibiser, "por motivos fiscales". Añadió que la orden de efectuar la venta partió de Gómez Liaño y que en ella jamás participó Conde. También explicó que la operación le había reportado beneficios -alrededor de 70 millones-, dado que es administrador único de Ibiser. Por otra parte, reconoció que Valyser le dio un préstamo de 35 millones a tipo cero, en un momento en el que los intereses estaban por encima del 13%.

Warfield, representante de Metallgesellschaft en España en aquella época, sostuvo que la empresa no fue fiduciaria, aunque dejó interrogantes en el aire sobre si existió aparcamiento de las acciones. Reconoció que, en el periodo en el que la sociedad alemana estuvo presente en Isolux, no designó consejeros ni representantes. Que la operación se realizó desde la filial en Nueva York, especializada en inversiones financieras y no en proyectos industriales. Y que se retiraron en julio, cuando la crisis de Metallgesellschaft -argumento usado para justificar la venta a la corporación- saltó a finales de 1993.

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