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Tribuna
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El Barça intimida a todos

Pasada la página del Barça-Real Madrid, llega la hora de las consecuencias. Este partido es un universo en sí mismo, y sus secuelas suelen ser profundas y duraderas. El Barça batió al Madrid en todos los aspectos, con una contundencia aplastante. En el marcador, estableció la diferencia que quiso. En el juego, abrumó a un equipo mediocre. En la clasificación, abrió una brecha muy considerable. En lo psicológico, metió a su viejo enemigo en una crisis de grandes proporciones. El Madrid salió del partido con un sentimiento palmario de inferioridad. La última imagen del duelo resultó reveladora: los madridistas parecían aliviados por el resultado, convencidos de que habían estado expuestos a una catástrofe.La digestión de la derrota se antoja difícil para un equipo que no se distingue por su madurez. Alrededor del Madrid hay una sensación de precariedad que tiene alarmada a su afición. Nadie sabe qué oscuros designios mueven al equipo, incapaz de articular un juego convincente, unos resultados sólidos y una actitud firme. La derrota en el Camp Nou multiplica todos esos signos de debilidad. La impresión es que el Madrid vuelve al estado crítico que presidió su trayectoria en la temporada anterior. Otra vez dependerá de su capacidad de supervivencia. Es decir, vivirá entre borrascas a la espera de otra hazaña en la Copa de Europa. Pero la desconfianza se ha instalado en su hinchada. Cada vez son menos quienes creen en una proeza de este Madrid enfrentado con el mundo, victimista en su comportamiento y decepcionante en su juego.

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Para el Barça fue una jornada grandiosa. Barrió al Madrid con una facilidad escandalosa y sacó un altísimo beneficio de las concesiones de sus perseguidores. Como ocurrió en la última temporada, nadie ha sido capaz de aprovecharse de la inestabilidad inicial del Barça. Todos han sufrido el horror al vacío cuando se han acercado a la cabeza de la clasificación, afectados por su incapacidad para convivir con el éxito. El único que parece digerir esta dificultad es el Barcelona, en gran parte porque en esta década ha dado vuelta a la historia (a través de la fabulosa obra que comenzó Johan Cruyff) y vive instalado en la cultura del triunfo. En los últimos nueve años ha conquistado cinco títulos de Liga, tres Copas, una Copa de Europa y una Recopa. Una colección espectacular que habla de la fiabilidad del equipo y del efecto devastador que opera sobre sus adversarios.

Al grado de intimidación que ejerce sobre sus competidores, el Barça agrega en estos días su autoridad en el juego. Los beneficios del fichaje de los hermanos De Boer y del retorno de Guardiola, Luis Enrique y Abelardo han sido decisivos. Todo indica que el Barcelona está lanzado hacia título. Y si alguien se atreve a negarlo, tendrá que hacerlo en las dos próximas jornadas, con el Celta y el Valencia enfrente de la máquina azulgrana.

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