El inventor del fútbol moderno
De su gran obra hace ya mucho tiempo. Sucedió a finales de los ochenta y tuvo una vida relativamente efímera, poco más de tres años, pero su repercusión fue monumental. Hasta el punto de que aquel equipo, el Milan glorioso, y su inventor, Arrigo Sacchi, inauguraron la modernidad del fútbol. Hay un antes y un después de aquel Arrigo Sacchi que incorporó a este deporte conceptos que hoy se siguen en todos los rincones: la defensa en zona, los movimientos colectivos y la presión. Poco importa que el técnico italiano deje el fútbol de mala manera, después de un fracaso y una destitución, en lo más hondo de una progresiva cuesta abajo: Sacchi revolucionó el fútbol.Aquel Milan de los Gullit, Van Basten y Baresi, aquella máquina del fútbol que organizó Arrigo Sacchi y que combinó eficacia y belleza, convenció a románticos y resultadistas: no sólo daba gusto verlo jugar, sino que llenó sus vitrinas con dos Copas de Europa (1988-89 y 1989-90), dos Intercontinentales (1989 y 1990), dos Supercopas de Europa (1989 y 1990), un Scudetto (1987-88) y una Copa de Italia (1988).
Desde entonces, la mitad de los entrenadores que pueblan los estadios de fútbol se consideran admiradores y discípulos de Arrigo Sacchi. El maestro, le llaman. Las gradas de Milanello, la ciudad deportiva del Milan, se llenaron de preparadores que ansiaban conocer los secretos de aquel equipo perfecto. Y lo copiaron. Aquel tipo, Sacchi, plantó cara al tradicional conservadurismo del fútbol italiano. El Milan funcionaba por sus individualidades, pero también por su táctica, un conglomerado de trampas, movimientos que eran ejecutados con una armonía extraordinaria y que asfixiaban al rival en cualquier rincón hasta quitarle la pelota, todo a una velocidad extrema. Casi todas las fórmulas actuales tienen conceptos del modelo de Sacchi.
Cierto es que las posteriores aventuras de Sacchi (la selección, pese al subcameponato del mundo, de nuevo el Milan y finalmente el Atlético) poco han tenido que ver con su gran obra. Que el juego de iniciativa que pregonaba se convirtió en una fuente de aburrimiento, que su selección de jugadores dejó mucho que desear, que el reglamento jugó en su contra -el fuera de juego dejó de ser una ventaja tan objetiva-, que contra su colección de fans surgió una nube de detractores, el llamado club anti-Sacchi...
Por muy triste que haya sido su final, siempre se hablará de Arrigo Sacchi.
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