A vueltas por el mundo
JOSU BILBAO FULLAONDO En su estudio de Algorta, donde en la oscuridad de la noche se puede seguir el cordón de luces del funicular que sube a la Arboleda, mira con su lupa las últimas diapositivas que le han traído del laboratorio. Acaba de llegar del Pirineo después de haber fotografiado la carrera de trineos organizada por Pirena. Prepara viaje a Panamá para hacer un libro sobre el Canal encargado por el Gobierno del país centroamericano, justo este año en que Estados Unidos debe entregar el paso fluvial a las autoridades locales. Recorre todo el mundo como freelance recogiendo paisajes, situaciones y, sobre todo, gentes; esto es lo que le apasiona. Se define como un documentalista y quiere vivir para disfrutar de aquello que hace. Sus imágenes son austeras en las formas, densas en su contenido, capaces de generar emociones encontradas y deseos de llegar hasta aquello que enseñan. Gonzalo M. Azumendi (Bilbao, 1960) empezó a los trece años a manejar su primera cámara fotográfica. Sus primeras tomas las realizó en el monte, cuando iba a escalar con sus amigos. Más tarde estudió Psicología en la Universidad de Deusto. Fue una etapa importante para madurar, reflexionó sobre lo que le interesaba hacer en la vida. De esta manera llegó a decidir su profesión: la fotografía. Aprendió en el pueblo con el grupo Irudi Taldea; con ellos acrecentó su ilusión por la captura de las luces y las sombras. Perfeccionó sus conocimientos en Barcelona y Arles (Francia). En lo referente al reportaje sus maestros fueron Patrick Zachman, de Magnum, y Christian Caujolle, de la agencia Vu; en lo que respecta al retrato tiene buenos recuerdos de Bethina Rheims. Sus contactos con la profesión fueron desde abajo, paso a paso. Hasta llegar al grupo Zeta y a otras revistas más competitivas. Desde entonces las cosas han cambiado de forma radical. En su especialidad se ha convertido en un profesional de prestigio. Su mercado fundamental está en España, pero solicitan sus servicios numerosas empresas de todo el mundo, especialmente de Inglaterra, Portugal, Alemania y Japón. Ha hecho guías de numerosos países. Este último año ha publicado una sobre Bilbao para Everest y también el libro Euskal Herria. Un pueblo con la editorial Sua. Este último es un recorrido preparado con mimo y sin pretensiones artísticas. Describe, cuenta, habla de sus gentes y lugares, de aficiones y deportes, es un gran reportaje de la tierra de los vascos. Desde Cascante a Mauleón y de Carranza hasta el Roncal. Son páginas cargadas de un gran valor sentimental, de las que el autor se siente orgulloso porque es una forma de manifestar cariño por su tierra. Sus retratos no siempre son espontáneos, agradece que la gente mire al objetivo, incluso les indica la postura que deben adoptar. No importa que sean conscientes de la presencia del fotógrafo. De esta manera se establece una triple complicidad entre realizador, modelo y receptor, un baúl más denso en lo referente a emociones e interrogantes. Gonzalo afirma que hace fotos para un mercado determinado, pero eso no impide que su talante de reportero le lleve a adquirir un compromiso militante con lo que hace. Sus composiciones, sin estar rebuscadas, establecen de manera inconsciente una armonía de contrastes entre todos los componentes del cuadro. Son expresión de su carácter alegre y abierto. En ocasiones son concesivas, amables y simpáticas, pero de la misma forma pueden transformarse en grotescas, o incluso en auténticos testimonios del riesgo vivido, y por si solas indicar la fuerza que se ha necesitado para aguantar aquella situación. Todas son reflejo de un trabajo intenso y una dedicación plena, casi mística, en la que se disfruta sintiendo que el mundo es muy grande y no solo el pequeño reducto en el que hemos nacido.
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