Para aprender a cocinar, cogerle el gusto
Como un mago, el cocinero José Luis Tarín Fernández, 32 años, valenciano de nacimiento y andaluz de adopción, extiende sobre la mesa sus cuchillos, paletas, espátulas, lengüetas..., y avisa: "Hoy vamos a cocinar rabo de toro con salsa vizcaína; crema de castañas con pechuga de paloma y crujiente de jamón y, de postre, sopa de pera al vino tinto, con granizado de hierbaluisa". No se oye ni una mosca. Al otro lado del fogón, 60 mujeres, y media docena de hombres, toman nota. La asistencia a las III Jornadas de Gastronomía Popular que el municipio sevillano de Dos Hermanas organiza (del 8 al 17 de febrero), por tercer año consecutivo, ha desbordado todas las previsiones. "Hemos tenido que hacer tres turnos y aún así tenemos más de 100 personas en lista de espera", dice la concejal de Salud, Celia Casado, que añade: "Este entusiasmo por la cocina de las mujeres nazarenas (nombre gentilicio con el que se las conoce), se debe, creo yo, a su pasión por la cocina y a su deseo de actividad". Sin embargo, el entusiasmo del que habla Casado no se ve en las chicas jóvenes; apenas unas cuantas asisten a las Jornadas. Aquí lo que abundan son mujeres mayores y madres de familia. "La mayoría hemos venido para aprender algunos trucos", explica Rosa Moños, madre de dos hijos, "porque, cocinar sabemos todas". Tarín Fernández, ganador en 1998 del prestigioso premio Pierre Taittinger, y en la actualidad jefe de cocina en la Escuela de Hostelería de Sevilla, en la Taberna del Alabardero, les enseña cómo aprovechar mejor los restos, o a hacer salsas exquisitas con las peladuras de las verduras, y "a utilizar la imaginación", explica. Y es que, para este cocinero, lo fundamental, en la cocina, "es tener sentido común y mucho amor al oficio; luego hay que cogerle el gusto. Lo demás va descubriéndose poco a poco..." Tarín cree que las prisas y "la vida que llevamos" juegan en contra de la calidad de la cocina. Según él, la mayoría de la gente no sabe comer. "Eso es porque de pequeños no nos enseñaron" interviene Celia Casado. Quizá por esto ella organiza cada año las jornadas gastronómicas. Al Ayuntamiento de Dos Hermanas le cuestan 2,5 millones, pero el éxito es evidente: más de 400 personas asisten a las clases. Entre ellas, Chema, 27 años, el más joven de los hombres participantes. En su opinión "el curso es poco participativo". "Lo que tendrían que hacer aquí es dejarnos meter más las manos en las cacerolas".
Singular cola de toro
Para hacer "rabo de toro en crujiente, con salsa vizcaína", se necesita, además de la cola de toro, a razón de 500 gramos por persona, ajo, cebolla, puerro, zanahoria, tomate, hierbas aromáticas, sal, pimienta, clavo, vino montilla, azafrán, apio, corteza de naranja y de limón, pimientos choriceros, hueso de jamón, pan tostado, harina, huevo, pan rallado, setas y aceite de oliva. Primero se dora la cola de toro; las verduras se rehogan aparte. Después se mezcla todo y se cuece con las hierbas aromáticas, el vino y las cáscaras de los cítricos. Para la salsa vizcaína se pasan por la turmis la cebolla, el ajo, los pimientos, el pan tostado... A continuación se reboza cada trozo de cola con harina y huevo, y se fríe. Se sirve sobre la salsa vizcaína
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