El desafío de un monarca inexperto
Abdalá II, el nuevo rey de Jordania de 37 años de edad, es un monarca sin experiencia en la administración del Estado. El actual soberano se ha dedicado durante la mayor parte de su vida a formarse como soldado en los cuarteles de Jordania y en Inglaterra y Estados Unidos, lo que ha llevado a más de un observador político a definir al rey como un "hombre de acción más que de reflexión". Estas críticas al rey Abdalá II son el punto de partida de una reflexión política mucho más demoledora, en la que se asegura que el nombramiento de Abdalá como sucesor del rey Hussein es una mala apuesta para la historia de Jordania, sobre todo si se tiene encuenta al candidato derrocado, el principe Hassan, quien durante 35 años estuvo en la sombra del poder y conoce perfectamente la Administración. El hermano de Hussein asesoró al monarca en algunos de los temás delicados, entre ellos la firma del acuerdo de paz con Israel en 1994. Estas criticas contra el nuevo rey se ven reforzadas con un segundo argumento. El que recuerda que Abdalá ha vivido en Jordania poco menos de 19 años, ya que la mayor parte del tiempo lo ha pasado en el extranjero, con su madre en Londres, o estudiando en colegios y academias inglesas o de Estados Unidos. Esta ausencia prolongada de su país le está provocando numerosos problemas, sobre todo en el momento de hablar árabe, algo que su padre solía hacer con una perfección y una pulcritud impecables.
Las críticas contra Abdalá sin embargo se estrellan cuando se constata que el monarca cuenta para reinar con el apoyo de, al menos, cuatro de los siete pilares de la sociedad jordana -la familia real, las tribus, el Ejército y el poder económico-, mientras que el sustituido , el ex regente Hassan, contaba sólo con el apoyo claro de la intelectualidad. Por si este argumento no fuera suficiente, Estados Unidos está apostando de manera descarada por el nuevo rey, al que han prometido el doble de la ayuda militar -150 millones de dólares anuales, unos 21.500 millones de pesetas-, a la que se suma otra aportación de 300 millones de dólares, según anunció ayer Bill Clinton.
Pero el argumento definitivo en favor de Abdalá II es el Ejército. El rey cuenta con la lealtad de los cien mil soldados que configuran las Fuerzas Armadas de Jordania, uno de los ejércitos mejor entrenados y con más fama de la región, y que a la vez constituye la columna vertebral del país y el soporte de la monarquía. El rey consiguió granjearse esta lealtad de los militares durante el tiempo que ejerció el cargo de general de division de las Fuerzas Especiales, a las que se viene encomendando la represión del terrorismo y de los desórdenes públicos. Al frente de estas unidades, Abdalá reprimió con firmeza diversas revueltas populares que se desencadenaron en el sur del país donde se mezcla la miseria, las reivindicaciones islamistas y el rechazo contra Estados Unidos y en favor de Irak.
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