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Un Lorca nacido entre rejas

Los fondos pictóricos de la Casa-Museo Federico García Lorca de Fuente Vaqueros, el pueblo de Granada donde nació el poeta, cuentan desde ayer con una pieza artística muy especial. Junto a algunas obras y bocetos de Salvador Dalí y Rafael Alberti, exhibirá un retrato de Lorca pintado por Joaquín Galiana, un recluso de la Prisión Provincial. Galiana, malagueño de 29 años, ve así cumplido su deseo de ver el cuadro colgado de las paredes de la casa natal del poeta. La idea le rondaba la cabeza desde que, hace unos meses, obtuviera el quinto puesto en un concurso de pintura para presos convocado por la delegación de Cultura de la Junta de Andalucía en Granada. Y dicho y hecho. Tras realizar una petición formal al director del museo, Juan de Loxa, la institución lorquiana accedió sin reparos. Hasta el año pasado, Joaquín no había cogido un pincel y una paleta en su vida. "Aunque desde niño se me dio bien dibujar con bolígrafo y lápiz", reconoce. Así que no dudó en apuntarse al taller de pintura organizado en el centro penitenciario por la propia Junta y la Asociación para la Promoción de los Barrios Marginados. Durante tres meses, y en compañía de una treintena de internos de la prisión, Joaquín se inició en las técnicas básicas de la pintura acrílica, óleo y acuarela. De aquel proceso de aprendizaje nacieron cuatro primeras telas, de las que prefiere no recordar su temática. Y una quinta, en la que reprodujo, con inocencia y languidez, una antigua fotografía de un Lorca acodado de mirada transparente. Sobre Joquín pesa una condena de cuatro años y medio por un delito contra la salud pública, "traficaba con hachís, hablando en plata" y está a punto de disfrutar de prisión condicional. Cuando se le pregunta por qué eligió al poeta de Fuente Vaqueros como modelo en sus primeros pasos artísticos responde sin pretensiones: "Porque se celebraba el centenario de su muerte". Reconoce que no ha leído a Lorca, aunque sabe que "escribía poesías sobre gitanos" como él mismo. Fue esta sinceridad, presente en el propio cuadro titulado sin ambages Federico, lo que decidió al director de la Casa-Museo a admitir la petición del recluso. "Al propio Lorca se le hubieran saltado las lágrimas con un gesto como el de Joaquín", señaló Juan de Loxa. El director se mostró emocionado -incluso exaltado- cuando explicó, en un sencillo acto celebrado ayer, por qué el cuadro fue aceptado como fondo. "Por cosas como ésta vale la pena. Cada año me escriben decenas de pintores con enchufe para que colguemos sus obras en la casa. Mientras yo sea director sólo tendrá valor la calidad, lo firme quien lo firme y tenga el enchufe que tenga", advirtió sobre las exigencias de la institución. Y añadió: "El lienzo no está firmado sólo por Joaquín, lo rubrican todos los hombres privados de libertad en el mundo. No necesita carta de recomendación ni expertos que den el visto bueno a su exhibición en este museo". En este último aspecto le da la razón el propio pintor. "El cuadro no lo he hecho yo sólo. Muchos compañeros de la prisión me dieron indicaciones para corregir detalles". A sus 29 años, y sin pretensiones de reconocimiento, Joaquín ha conseguido lo que muchos artistas no logran nunca: ver sus trabajos colgados en un museo. Ahora le ha cogido gustillo al pincel y al olor a trementina. No duda que seguirá pintando. Una afición descubierta tardíamente y que le ayuda a evadirse de una realidad sitiada por frías rejas.

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