Una voz propia JAVIER CERCAS
Conduciendo de noche por la autopista, después de haber cenado con José Saramago, pongo la radio y oigo hablar a Luis Figo, que es el Saramago del fútbol portugués, y me digo que bruscamente la realidad se ha llenado de portugueses. Todo empezó hace unos días, cuando, mientras cenaba en compañía de unos amigos, apareció Luis Figo y de pronto me vi comentando con él la temporada del Barça, con un aplomo increíble y como si yo supiera algo de fútbol. Al día siguiente me llamó Josep Maria Nadal, que es el rector de la Universidad de Girona y sobre todo un peligroso lusófilo; me dijo que Saramago iba a pasar unos días en Girona y me invitó a cenar con él. Esa misma noche, mientras nos dirigíamos al Fornells Park, un hotel de las afueras de Girona donde suelen celebrarse bodas y cosas así, Nadal me cuenta que Saramago ha venido a recoger el Premio Europeo de Comunicación y Relaciones Públicas Jordi Xifra i Heras. Al llegar al hotel nos enteramos de que no vamos a poder cenar con Saramago, que está agotado después de pasarse el día hablando con periodistas y visitando el Museo Dalí; nos lo cuenta Pilar del Río, su mujer, una andaluza guapa, joven y conversadora con la que pasamos un rato charlando de política, de literatura, del Nobel y hasta de Bruce Springsteen. Al día siguiente voy a la ceremonia de entrega del premio. Lleno hasta la bandera, como si Saramago fuera Figo o Springsteen. En el acto hablan Jordi Xifra, el escritor Vicenç Pagès y Josep M. Nadal, que dice que Saramago es uno de los últimos especímenes de una raza en extinción: la del escritor comprometido. Luego Saramago habla sobre el papel de los medios de comunicación. Dice que los medios no sirven para aclarar la realidad, sino para oscurecerla. Dice que los medios crean la realidad; y cuenta una historia. En un pueblo donde sólo hay un periódico, el ama de llaves que vive con el director del periódico le dice un día que ese año va a ser malo para la cosecha de patata. El director le dice que se equivoca, pero ella insiste, y al día siguiente el titular del periódico del director reza: "Excelente año para la cosecha de patata". El ama de llaves le dice al director: "Tenía usted razón". Acaba la ceremonia.
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