Samaranch debe dimitir
Contrariamente a lo que cree, o a lo que finge creer Juan Antonio Samaranch, el escándalo que estremeció al Comité Olímpico Internacional (COl) este fin de semana en Lausana no se ha calmado. La sanción a una decena de delegados de la asamblea, sospechosos de corrupción en los Juegos Olímpicos de Invierno del 2002 en Salt Lake City, no será suficiente para frenar la avalancha. Las condiciones de designación de otras ciudades como sedes olímpicas quedan marcadas por la sospecha. Como en el caso del dopaje en las competiciones ciclistas, donde todo el mundo sabe de su existencia, todos saben bien que los Juegos Olímpicos están comprados. (. . .) El presidente Samaranch no arregló nada el domingo 24 de enero en Lausana, la capital del olimpismo, que comienza a rechazarle. (...) El antiguo ministro de Franco debe irse, primero porque, ya incapaz de acabar de forma clara con el problema del dopaje, será el blanco de nuevos ataques que surjan. Y además, porque la organización del movimiento olímpico debe reconsiderarse completamente. (...) Heredero de otra época, Juan Antonio Samaranch no puede ser el hombre que lleve a cabo tal revolución. (. . .) La reestructuración general del movimiento olímpico debe hacerse con hombres y mujeres nuevos y honestos, en una organización que hay que inventar. El dinero y el dopaje deterioran la idea del deporte que ha prevalecido desde hace un siglo y lo desacreditan. A partir de esta constatación hay que definir con claridad y transparencia lo que será el ideal olímpico del siglo XXI. Y de esto Juan Antonio Samaranch y el equipo por él designado ya no son capaces.
26 de enero
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