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Centro de desastre histórico

Un paseante por las calles del centro histórico de Sevilla se topa en un cuarto de hora con al menos una decena de edificios o tapias que están más cerca de la ruina y el desplome que de la belleza que se le supone a este privilegiado espacio. Tras la muerte de cinco personas cuando el viento tiró un muro de la finca donde antiguamente se encontraba el Bazar España el último día del año, los sevillanos han comenzado a mirar con mayor desconfianza aún a las paredes que les rodean. Muchos exigen acciones de las autoridades municipales pero pocos se animan a denunciar las amenazas urbanísticas que les rodean. El grupo socialista del Ayuntamiento sevillano se ofreció para vehicular cualquier denuncia ciudadana sobre muros de fincas o construcciones en ruinas, pero hasta el momento tan sólo tres ciudadanos han hecho llegar sus quejas o temores a los despachos de los ediles socialistas. "Tan sólo un par de denuncias del centro y otra de la Torre Perdigones", afirmaba ayer el portavoz del PSOE en el Ayuntamiento enunciando la escueta lista. Denuncias ciudadanas Desde Urbanismo, se asegura que para que la Gerencia actúe es necesario primero una denuncia ciudadana. Después, los peritos del Servicio de Disciplina Urbanística y del de Conservación analizarían sobre el terreno las posibles deficiencias. El portavoz socialistas discrepa de este enfoque de ataque al problema. "Si las administraciones no pueden actuar de oficio, ya me dirás tú quién puede hacerlo", bromeaba ayer Gómez, que recordó que la propia Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Sevilla se apresuró a ordenar "obras subsidiarias" sobre el muro del Bazar España y pidió a la propietaria (junto al propio Consistorio) de parte del solar y de la pared desplomada,Inmobiliaria Osuna, que lo derribara. Sin denuncias o con ellas, la situación del centro histórico es como poco desastrosa. Las normas contenidas en el Régimen Urbanístico del Suelo son claras y diáfanas, pero existen pocos que las cumplan. La normativa dice que todos los solares deberán estar vallados "por la alineación oficial y por sus linderos laterales y traseros, si no existe construcciones medianeras". Pero este vallado no puede ser uno cualquiera. La seguridad prima en la norma que exige que la valla esté hecha de "muros de bloques de hormigón" y su altura debe de ser de "hasta" dos metros y medio. Además exige que el lindero tenga en su parte superior una "albardilla", o lo que es lo mismo, que la parte superior esté rematada a una o dos aguas para que la lluvia discurra y caiga al suelo sin tocar los laterales de los muros. En el centro histórico, la práctica más habitual es la de dejar las paredes de la propia fachada anterior para salvaguardar la finca de intrusos. En vez de albardilla, en muchas ocasiones, lo que se encuentran son trozos de cristales rotos pegados con cemento. Por supuesto, estas fachadas son en su mayoría de ladrillo, lo que, unido a la ausencia de la albardilla, facilita que el agua penetre entre los ladrillos y se lleve el cemento dejando, con el paso del tiempo, a estos flotando que acaban como cascotes caídos en mitad de la calle. Un caso especialmente escandaloso es el del número 38 de la calle Santa Clara, donde el inmueble fue demolido hace no tanto tiempo por el riesgo a que se cayera una cornisa. Una vez tomada esta adecuada medida se dejó la fachada descarnada y llena de gritas como muro, excepto el hueco utilizado para la entrada y las salidas de las máquinas de demolición parcheado, esta vez sí, con bloques de hormigón. Estampas como esa se pueden contemplar en la calles Sol, Fray Diego de Cádiz, Almirante Apodaca o Rayán, entre muchísimas otras. Algunas incluso de propiedad municipal como la antigua fábrica de cerillas de la calle Mendigorría, cuyo vallado de ladrillo es mucho más alto de lo debido y no existen medidas de apuntalamiento. Esto si se realiza un somero recuento de los vallados, el estado de las casas del centro, es otro e inmenso cantar. Incluso en la propia Gerencia de Urbanismo no existe un registro actualizado y deben bucear entre todos los expedientes, uno por uno, para tener una idea de los cientos de ruinas que han visitado. Desde la oficina del portavoz de Izquierda Unida en el Ayuntamiento sevillano, Luis Pizarro, se insiste en que las normas son lo suficientemente claras y adecuadas y que sólo hace falta "voluntad política" para aplicarlas. "El Ayuntamiento dispone de más de 5.000 millones de otras partidas presupuestarias que no se ha gastado en la compra de suelo, si se empezarán a comprar solares en ruina y hacer expropiaciones, todo esto se solucionaba en un par de años y todos los propietarios se apresurarían a cumplir con la norma", asegura uno de los técnicos de la coalición de izquierdas. Como ejemplo de las cosas que se pueden hacer bien (que también sucede en la construcción sevillana) cabe citar el vallado de la antigua Pirotecnia Cross o la demolición parcial de la calle Canalejas.

Más información
El "brindis al sol" de la inspección de edificaciones

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