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Zaplana aplaza el pacto sobre la Acadèmia hasta después de las elecciones

El acuerdo sobre la composición de la Acadèmia Valenciana de la Llengua sólo se cerrará "inmediatamente después del proceso electoral", aseguró ayer Eduardo Zaplana, presidente de la Generalitat. La inminencia de las elecciones constituye una dificultad añadida al debate entre populares y socialistas sobre los nombres de los primeros 21 académicos que sólo podrá resolverse después del 13 de julio. Zaplana presidió una reunión con los responsables del programa electoral que presentará el PP en las próximas elecciones, que calificó como "atrevido". Eludió comentar la trascendencia que pueda tener el relevo de dos miembros del Consell en el plazo de una semana y reiteró que la condición de secretario de Estado de Administración Territorial a la que ha accedido Francisco Camps sólo puede beneficiar a la Comunidad Valenciana. PÁGINA 3Mi buen amigo Manuel Tarancón, (espero que esta confesión de amistad sincera no le perjudique en su nuevo cargo), ha sido designado por el presidente Zaplana nuevo conseller de Cultura y Educación. (¿Pensaba el señor presidente que nombraba a un verdadero conseller de Cultura i Ensenyament, que es lo que nos hace falta? Tengo mis dudas). En cualquier caso, Manuel Tarancón pasa a hacerse cargo del departamento que hasta este momento regentaba el inefable Francisco Camps que ha sido requerido, desde Madrid, para que se haga cargo de la Secretaría de Estado para las Administraciones Territoriales. Quiero decir, de entrada, que Tarancón podría ser un magnífico conseller de Cultura i Ensenyament. Si todo lo que sabe y conoce -y espero que todavía forme parte de sus creencias y principios- pudiese llevarlo a la práctica, este país entraría en una nueva fase política por lo que respecta a las áreas de su competencia. Pero... Pero las cosas no son tan sencillas. Tarancón tiene dos handicaps, al iniciar su nueva responsabilidad de gobierno: el primero es lo corto que va a ser su mandato antes de las próximas elecciones (apenas unos meses); y el segundo es la vigilancia a la que va a estar sometido por el equipo médico-mediático habitual que procura, a toda costa, que los valencianos no nos veamos afectados por virus extraños en materia de "cultura, lengua e indentidad". Apenas nombrado, el conseller Tarancón ya ha sido advertido por quien manda en Valencia: la doctora que dirige el equipo médico-mediático habitual. (Ya le dije al delegado del Gobierno de España en Valencia, González Cepeda, hace dos veranos en Dénia y en presencia del rector Justo Nieto, quién, de verdad, manda en Valencia). Así pues, y en primer lugar, el mando mediático, hace un elogio del conseller: "Tarancón es un peso pesado de la política valenciana. Un hombre culto donde los haya, que conoce profundamente la cultura valenciana y, lo que es más importante, que la ama. Y a continuación añade: Y un hombre al que no va a resultar nada fácil que le metan goles en tan conflictiva consellería". Claro que estos son unos elogios que tienen trampa y llevan, implícita, una seria advertencia que es la siguiente: "Usted, señor Tarancón, es un hombre culto, conoce profundamente la cultura valenciana y la ama. Pues muy bien, olvídese de todo ello porque, en caso contrario, vamos a decir que le han metido goles y le haremos la vida imposible, como se la hicimos al conseller Villalonga". Es decir, que en el poco tiempo que tiene el conseller Tarancón para ejercer su cargo -las elecciones están a la vuelta de la esquina- yo le aconsejaría -porque soy amigo y quiero que mis amigos no tengan problemas- que se olvide de esa condición, que yo comparto, "de hombre culto donde los haya, que conoce profundamente la cultura valenciana" y haga un esfuerzo por ponerse al nivel de irracionalidad y estupidez de quienes le advierten por dónde tiene que dirigir sus pasos para que no le metan goles, y disfrutará, así, de una plácida y tranquila gobernación al frente de su conselleria. Usted conoce señor conseller, tanto como yo, a quien tiene que servir desde su cargo. Y usted tiene que servir a los suyos. Que como usted sabe muy bien, no son los míos. Ni los de una parte muy importante de los ciudadanos valencianos. Pero ahora mandan estos, los suyos, y a ellos se debe. Tiene toda mi comprensión. Usted apostó libremente por esa opción y, ¡qué le vamos a hacer! No tenga problemas de conciencia. Haga como el presidente Zaplana. Aunque él tendrá, sin duda, menos problemas que usted. Él no es de esta guerra. Quiero decir de aquella que hace años, señor conseller, fue suya y mía. Pero que ahora solamente es mía. Y, naturalmente, de muchos más valencianos, claro está. ¿Será este nombramiento de Tarancón un apeadero para pasar, luego, a presidir la Academia Valenciana de la Lengua? Pudiera ser. Pero esa academia no se constituirá en la presente legislatura. Ya dije, en su momento, que el llamado pacto lingüístico era imposible. Siempre que para la elección de los académicos se necesite un acuerdo entre la derecha y la izquierda, no habrá Academia. Tal vez, si en la próxima legislatura el PP tiene mayoria absoluta -y aunque fuese con Unión Valenciana de respaldo- las Cortes podrán cambiar la ley fundacional de la Academia con el fin de que, para elegir sus académicos, sea suficiente la mayoría simple de la Cámara en lugar de la mayoría cualificada que ahora se requiere. Con lo cual, todos contentos. El presidente Zaplana, feliz. (A él qué más le da!) El equipo médico-mediático habitual y la doctora que lo dirige, exultantes de satisfacción, porque los miembros de la Academia serán "verdaderos valencianos". Y el actual conseller de Cultura y Educación, mi amigo Tarancón, si es nombrado presidente, a pelearse con su conciencia y sus convicciones. Esperemos.

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