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San Sebastián exhibe las nuevas técnicas del arte fotográfico a través de un centenar de imágenes

La capital donostiarra acoge hasta el próximo 6 de febrero una selección de 100 obras fotográficas de muy diversas técnicas, elegidas de entre las más de 1.800 presentadas al concurso internacional que organiza la Sociedad Fotográfica de Guipúzcoa. Es la muestra fotográfica más importante de cuantas se han celebrado en San Sebastián desde que en 1973 surgiera el Trofeo Internacional Marqués de Rocaverde. La coincidencia con el cincuentenario de la entidad promotora del certamen ha elevado el número de los participantes y la calidad de los trabajos.

La muestra se puede ver en el Palacio Goikoa de San Sebastián (Reina Regente, s/n), antiguo Gobierno Militar reconvertido hoy en recinto cultural. El Trofeo Guipúzcoa Internacional Marqués de Rocaverde, que este año cumple su edición número 26, coincide con una onomástica redonda para la Sociedad Fotográfica de Guipúzcoa, fundada hace 50 años en San Sebastián. Con tal motivo, los impulsores del certamen han decidido dotar a la exposición de un carácter extraordinario. Lo excepcional procede de la ubicación de la muestra y del número de obras que se exhiben, dado que hasta este año se celebraba en la sede social de la Fotográfica, que sólo tiene espacio para colgar una treintena de cuadros. En los salones del Palacio Goikoa se hace un repaso de las nuevas corrientes artísticas de la fotografía, puesto que las obras que se exponen son el resultado del empleo de técnicas muy diversas en el tratamiento de las imágenes. Nadie puede imaginar que el objetivo de una cámara pueda distorsionar el paisaje del Cañón del Colorado o las avenidas fluviales de Venecia. Y, sin embargo, los artistas consiguen estos efectos mediante la ayuda de la informática y el buen uso de los ordenadores. Así va perdiendo presencia la fotografía tradicional, consecuencia de las técnicas convencionales de los oscuros laboratorios y la mezcla química de los líquidos. Aunque nunca perderán su encanto, las fotos de siempre están también sujetas a los efectos que produce la modernidad. Si bien la vigencia de la fotografía tradicional está fuera de toda duda, los fotomontajes, las composiciones artificiales, las fotos químicas y las digitales, los efectos coloristas y las distorsiones toman pujanza en el arte fotográfico actual, como queda demostrado en la colección que recoge esta exhibición. Las obras premiadas no son de reportaje, están tratadas a posteriori la mayoría. Obras de 38 países La exposición es una mezcolanza de paisajes, retratos, imágenes de guerra, bodegones y otras múltiples ocurrencias extraídas del día a día. Como variados son los puntos de mira, también abundan las procedencias de las obras. Al concurso llegaron 1.821 fotografías de 408 autores, cuyos remites pertenecen a 38 países. De tan vasto material, la Sociedad Fotográfica de Guipúzcoa, una vez fallados los premios, separó 100 obras para trasladarlas al Palacio Goikoa y componer la exposición. En el almacén han quedado trabajos provenientes de China, Bolivia, Bielorrusia, Vietnam, Finlandia, Turquía, y otros lugares menos exóticos como Francia, Alemania, Gran Bretaña o España. El británico John W. West envió una secuencia típica de Venecia de la que no avisa si es una fotografía o una acuarela. Su obra, titulada The landing stage, recibió el Trofeo Guipúzcoa y la medalla de oro con el asentimiento unánime del jurado. En el capítulo de blanco y negro el galardón recayó en Cosme Oriol Riera, quien también presentó un paisaje, titulado La barraca, que contrapone la sobriedad de la vista con la claridad del entorno. El guipuzcoano José Juan Gurrutxaga recibió el primer premio a la mejor obra vasca. Bergen nº 1 también tiene un toque pictórico. Es la estampa de un pueblo noruego, muy agradecido para la fotografía, según su autor. La mejor diapositiva es una panorámica de Regil, un pueblo rural guipuzcoano. Juan José Landa detuvo la vida de esta localidad cuando una borrasca amenazaba su tranquilidad. Errezil es el título de la fotografía, que presenta unos negros nubarrones sobre los caseríos y los prados de este enclave campesino.

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