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Reportaje:

Una colección de grabados muestra en Bilbao el trazo y el movimiento de Giacometti

Una colección de obra gráfica, realizada con las técnicas de la litografía y el aguafuerte, muestra el trazo y la sensación de movimeinto que identifica el dibujo, la pintura y la escultura de Alberto Giacometti (1901-1966). La exposición reúne en Bilbao una cincuentena de grabados realizados en los últimos 12 años de la vida del artista y dos esculturas. "Todo el arte de Giacometti procede del dibujo", señala la comisaria de la exposición, Martine Soria.

La exposición Alberto Giacometti. Escultura y obra gráfica, se inaugura hoy en la sala de exposiciones de la Fundación Bilbao Bizkaia Kutxa (BBK) de Bilbao (Gran Vía, 32). La muestra estará abierta al público hasta el próximo 28 de febrero. Entre las obras seleccionadas figura un autorretrato, una litografía realizada por Giacometti en 1964. El rostro humano, la figura del cuerpo y los bocetos de la realidad fueron reducidos por el artista suizo a líneas en los grabados que componen la exposición, como hizo en toda su obra. Son imágenes que transmiten movimiento. En ellas reconoce la comisaria de la exposición, Martine Soria, la existencia de una energía subyacente, "una especie de música" que delimita los cuerpos y los objetos representados. "Este movimiento que marca su obra de forma permanente sea cual sea el medio de expresión que utilice, esta marcha que anima los personajes, le faltaba un poco a Alberto Giacometti. Para este gran noctámbulo, al que un accidente había dejado cojo en 1938, la marcha era algo admirable", destaca Soria. Giacometti cultivó a lo largo de toda su vida con igual interés el dibujo, la pintura y la escultura. Soria afirma, sin embargo que su arte en conjunto procede del dibujo. "Incluso sus esculturas son dibujos en el espacio", explica. "Sobre el papel o la tela, sus líneas tejen una red, una madeja de la que surgirá una cabeza,una naturaleza muerta o una vista de su taller. Su dibujo, por la noción de movimiento que provoca, expresa un arte en tres dimensiones". Asuntos repetidos Los asuntos abordados en su obra vuelven una y otra vez. "Hay temas repetitivos y obsesivos sobre los que se pregunta sin tregua. Ante un retrato repetido múltiples veces confesaba que nunca conseguiría meter en un retrato toda la fuerza que hay en una cabeza". Como grabador, Giacometti se interesó en primer lugar por los aguafuertes. Soria recuerda que en 1949 inició una apasionada utilización de la litografía, a la que se dedicó esencialmente hasta su fallecimiento. "A lo largo de su carrera realizó aproximadamente 110 grabados en cobre, y se utilizaron unas 250 piedras, lo que muestra su vinculación al grano mineral, la vibración inquieta de la mano que se transmite en el trazo que daba lugar a los seres, a los objetos", añade la comisaria. "Su gestualidad natural quizá se sentía más cómoda en sus experiencias litográficas". En los primeros años de su trayectoria artística, el joven Giacometti se adhirió al movimiento surrealista entonces en boga en Europa. Fue una breve relación, apenas tres años, que concluyeron en 1935 con la vuelta de Giacometti a la expresión figurativa. También se interesó por el cubismo y el arte africano antes de comenzar de nuevo a pintar y dibujar de modelo a finales de los años 40. "Giacometti mostró de nuevo su trabajo, definiendo lo que se manifiesta como nuevo estilo, pero que, de hecho, constituye el síntoma de una búsqueda interminable", dice Soria. "Perseguía obstinadamente el volver a tomar contacto con lo que hasta entonces parecía no plantear ningún problema", prosigue la comisaria. "Una cabeza, una silueta, un simple vaso de agua, decía él, ofrecen una complejidad capaz de sustituir a todo el universo a poco que se intente verlo deshaciéndose de toda preconcepción". La colección de obra gráfica expuesta en Bilbao se completa con dos esculturas, otra de las disciplinas que cultivó Giacometti. Se trata de las piezas Cabeza cubista y Busto cabeza cortante, ambas realizadas en bronce, en las primeras etapas de la carrera del artista suizo.

Un suizo de habla italiana

Alberto Giacometti nació en 1901 en Borgonovo, en Bregalia, un valle de habla italiana en el cantón suizo de Grisons. Murió con 65 años, después de "una vida particularmente densa", según la responsable de la exposición, Martine Soria. Su padre, pintor postimpresionista, le inició en el mundo del arte y a los 21 años se traslado a París para continuar su formación artística con clases de escultura. Inició entonces una serie de contactos muy estimulantes para su trayectoria creativa con pintores y poetas, entre ellos, Jacques Prévert, Alexander Calder, Joan Miró, Salvador Dalí y André Breton. No acabaron ahí sus relaciones con destacados nombres del mundo intelectual europeo. En los años de la II Guerra Mundial en París se acercó a Pablo Picasso y a los filósofos Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir. En la década de los años 50, al regreso de unos años de residencia en Ginebra, Giacometti entró en una etapa de reconocimiento internacional de su obra. A las presentaciones periódicas en la galería Maeght y en la Bienal de Venecia, se sucedieron los premios de la propia Bienal de Venecia, el Carnegie de escultura, el Gran premio Guggenheim de pintura y el Gran premio nacional de las Artes de Francia, que le fue concedido en 1965. "Esta celebridad era fruto de un trabajo excepcional, una reflexión sin tregua y una profunda creatividad", señala Soria. De su empeño por buscar sin tregua el camino de creación tanto en el campo de la pintura, como en la escultura y la obra gráfica dijo Sartre: "Le deseo que tenga éxito. Si no lo consigue, es que nadie puede conseguirlo. En todo caso, nadie puede ir más lejos". Un año después de su muerte fue inaugurada en Zurich la fundación que lleva su nombre.

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