_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un héroe de carne y hueso

Luis Gómez

Una primera reacción, humana aun miserable, es dar por bienvenida la retirada de un personaje como Michael Jordan, de quien uno puede acabar razonablemente harto por la saturación que produce su impecable e implacable biografía. Las cifras que engalanan en miles de millones de pesetas su reconocida capacidad para vender cualquier producto nos hacen siempre sospechar que haya algo en sus actos o en sus palabras que no esté prefabricado. Incluso verle en la pantalla conversando con Buggs Bunny nos obligó a reflexionar sobre si algún día supimos dónde acababa Michael Jordan y dónde empezaba su industria.Hace años, Jordan confesó que, estando en el banquillo, deseaba que su equipo fuera perdiendo para saltar a la cancha y resolver la situación. Tal era su egoísmo, pero también su percepción de que podía llegar a dominar el juego.

Más información
Jordan se convierte en nostalgia

Pasado el tiempo, debió de alcanzar ese dominio, porque llegamos a creer que este deportista en cuestión, dada su indudable capacidad atlética y mediática, era capaz de cualquier cosa.

Ahora que su retirada es cierta, caemos en la cuenta además de que el personaje abandona el juego sin habernos dejado ver un resquicio de su decadencia. Todos cuantos tuvieron alguna duda del lugar que Jordan debía ocupar entre los más grandes del baloncesto cuando conquistó sus tres primeros títulos de la NBA (entre 1991 y 1993) abandonaron ese propósito tras su triunfal regreso y posterior conquista de otros tres campeonatos más. El Jordan treintañero era un jugador de otra dimensión, un artista en su madurez creativa, que había abandonado el estilo físico y omnipresente de sus primeros años por una línea más económica y eficaz. La perfección de su juego llegó cuando consiguió la canasta decisiva ante Utah Jazz, en la última jugada, del último partido, de su última final, consagración de su último acto.

Ningún otro deportista de la era moderna ha dejado su actividad sin haber dado síntomas de su declive. Todos cuantos hemos conocido nos dieron esa satisfacción y pagaron su tributo a las leyes de la naturaleza. Jordan, no. Hasta en ese detalle, su biografía no dobló la rodilla. Tan perfecta, tan azulada, más propia de un personaje de fantasía.

Llegará el último segundo de una final y no experimentaremos la sensación de que, inevitablemente, aparecerá él. Y en ese punto nos comportaremos como el más estúpido de los consumidores. Y pensaremos: se ha ido, pero puede volver. Y querremos creer que así sea.

Se va Jordan y se acaba la película. Y verdaderamente lo sentimos. Quedamos huérfanos de su magia. Porque sí, de acuerdo, era un héroe de carne y hueso.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_