Bajo la alfombra blanca

Desde hace algunos días la fiel alfombra blanca que año tras año viste la desnudez de las cumbres de la Sierra Nevada ha vuelto, y con ella se nos oculta la otra alfombra vegetal que se encarga de dar protección al suelo de las laderas de las zonas más altas. El piornal es, en realidad, un conjunto de especies vegetales que han aprendido a crecer en horizontal, porque hacia arriba se hace realmente imposible debido a los fuertes vientos, a la nieve intensa, a las tormentas de verano. Lo forman en algunos suelos los enebros enanos, las genistas, los piornos y las rascachochas, entre otros. Sobre roca caliza aparecen las sabinas, los piornos de crucecitas, la alea y otro sinfín de nombres raros que pocos conocen. Todavía desconocen que ya forman parte de un nuevo Parque Nacional. ¡Quién se lo iba a decir a ellos! Viven en la más profunda ignorancia hasta que la primavera quiera brotar entre los fríos que ahora nos abrazan al subir a esas cumbres heladas dispuestos a intentar esquiar, pasear o yo que sé qué otro deporte de aventura se le pueda ocurrir a alguien. Ahora han reducido al máximo su actividad vital para no malgastar energía inútil. Soportan con la mayor dignidad el peso de la nieve y además evitan en lo posible deslizamientos peligrosos.