_
_
_
_

"Quiero un barco a la vista"

Los niños se ponen muy nerviosos cuando relatan lo que esperan que les dejen los Reyes Magos a su paso por Madrid. Miran hacia arriba, abren mucho los ojos y agitan el cuerpo de lado a lado para enumerar la lista de ilusiones. "Yo he pedido un ordenador", dice un niño de cuatro años. "Es que yo tengo uno y él ahora quiere otro", dice su hermano, de siete. Y la madre asiente con la cabeza: "Es que esto va así. Lo que tiene uno lo quiere el otro".La mayoría aplastante de los niños se decide ahora por las videoconsolas: son los juegos informáticos con los que los niños se enchufan en la tele. Su precio en el mercado puede ascender a las 20.000 pesetas. Entre las niñas siguen haciendo furor las muñecas. Incluso los disfraces.

"He pedido lo de Sissi que sale en la tele, el castillo, y un disfraz de Sissi", dice una niña de cuatro años. Y es que los anuncios televisados ayudan a muchos de los pequeños a confeccionar su lista de ilusiones.

También los folletos de propaganda que reparten los centros comerciales. "Mi hijo tiene todas las hojas de propaganda marcadas con cruces", decía ayer una de las madres que habían acudido con sus hijos a la cabalgata.

Hay niños que dicen que se acuerdan bien de los regalos que habían pedido. Otros se acuerdan, pero tienen sus propias ideas de las cosas. Como un gracioso niño de cuatro años que decía haber pedido a los reyes "un barco a la vista", un juego que sus padres traducen rápidamente por "un barco pirata". O "la gallina que le tiras una bola y pone un huevo", tal y como aseguraba muy convencido otro de los pequeños asistentes al desfile. "Es un juego que se llama "dale a la gallina", traducen sus padres.

Regalos olvidados

Luego están los niños que se embalan. Cogen carrerilla, se van emocionando y les da por enumerar una larguísima lista de regalos ante la cara de susto de sus padres y la animación de sus hermanos: "El fuerte, unos pistoleros, el circo...". "El zoo, zoo", le sopla el hermano. Ver a los Reyes de cerca o tener la oportunidad de hablar con ellos puede ser una excusa para que algunos pequeños, los más responsables, tomen importantes decisiones. Uno de ellos, Adrián, de siete años, llevaba el chupete de su hermana Paula, de tres, para entregárselo al rey Gaspar. Según los planes de toda la familia, a partir de esta noche, la pequeña no volverá a dormir con ese vicio.

Y también hay niños que se acuerdan de otros más necesitados en estas fechas. Una de cinco años decía ayer que pide todo lo que ve en la tele para los niños que no tienen regalos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_