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Italia teme volver a los años de las guerras mafiosas tras un quíntuple asesinato en Sicila

Sicilia vuelve a acaparar los titulares de la prensa italiana con historias de violencia mafiosa apenas un mes después de la última gran redada que permitió la detención de 60 miembros de la Cosa Nostra. Al filo de las siete de la tarde del sábado, cinco hombres jóvenes de entre 20 y 30 años fueron acribillados a balazos y rematados con cinco tiros en la nuca por dos presuntos sicarios de un clan mafioso de la zona de Ragusa, en el sureste de la isla. El suceso ha provocado una oleada de condenas en todo el país, empezando por la del alcalde de Vittoria, la localidad donde se produjo la matanza, que lleva meses reclamando refuerzos policiales para hacer frente a la emergencia mafiosa.

Los investigadores interpretan el grave suceso como un ajuste de cuentas en el seno de un clan mafioso, el Carbonaro-Dominante, perteneciente a la Stidda, una especie de brazo menor de la Cosa Nostra que gestiona la distribución de droga y la extorsión a los campesinos en esta área rica de Sicilia donde crecen las hortalizas y frutas tempranas. En todo caso, un ajuste de cuentas perpetrado con una violencia y frialdad como no se veía desde hace años en esta isla sacudida por el horror de los crímenes mafiosos. Familiares de las víctimas reclamaron ayer venganza contra los asesinos y un esfuerzo especial para derribar el muro de la omertá (el silencio de obediencia mafiosa) que ha impedido hasta el momento que los testigos presenciales del asesinato -el encargado del bar y dos empleados de la gasolinera- hayan aportado cualquier detalle de los asesinos a la policía.Todo ocurrió en pocos segundos, al filo de las siete de la tarde, en la pequeña cafetería de la estación de servicio de la carretera provincial, a las afueras de Vittoria. Las cinco víctimas llevaban apenas diez minutos allí, según relataría después el único superviviente de la matanza, el camarero. Sebastiano Lorefíce, de 62 años, cuando dos tipos entraron y comenzaron a disparar sin mediar palabra. Antes de abandonar el bar, uno de los dos sicarios disparó un tiro de gracia en la cabeza de cada una de sus víctimas, e inmediatamente, los dos hombres se dieron a la fuga en un coche verde, un Fiat Uno aparcado a la puerta con el motor en marcha y un tercer cómplice al volante.

De acuerdo con la versión de Giuseppe Lorefíce, hijo del encargado del bar donde se produjo la matanza, dos de las víctimas, Rosario Salerno y Salvatore Ottone, lo fueron por casualidad. "Les conocemos de toda la vida; tenían empleos normales, uno trabajaba en el mercado de flores y el otro en una oficina", declaró a la prensa italiana. Los matones buscaban a Angelo Mirabella, de 32 años, el hombre que controlaba los negocios del clan Carbonaro-Dominante por expreso deseo del capo Carmelo Carbonaro, encarceladoen estos momentos. Jun. o a él debía ser ejecutado su cuñado, Claudio Motta, de 21 años, y Rosario Nobile. Sin en: bargo, la hipótesis no ha sido confirmada hasta el momento.

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