Los embajadores de los Reyes Magos
Melchor, Gaspar y Baltasar no tienen el contrapunto sombrío de muchos reyes. Jamás sembraron la muerte con guerras para conseguir valiosos botines. Ninguno de ellos es el fruto podrido de siglos de camarillas, confabulaciones palatinas y coyundas que convierten la endogamia en una suerte de degeneración. Son tres soberanos distintos porque a su condición de reyes unen la de magos. Es decir, supieron añadir la sabiduría y el estudio a los privilegios que les deparó la cuna. Por ello, los Reyes Magos emplean su tiempo en hacer más felices a los demás. El parque del Alamillo de Sevilla fue ayer el escenario de una de sus actividades. Varios Recaudadores Reales de Melchor, Gaspar y Baltasar recogieron regalos para los niños más pobres. La mañana del 6 de enero está cada vez más cerca. Los soberanos de Oriente quieren complacer todas las peticiones. Y cada año hay más cosas que hacer: las peticiones son más complicadas; los regalos, más sofisticados; los problemas, más arduos de resolver... La gente que trabaja para los tres reyes -pajes, cortesanos, jinetes, carteros reales, embajadores...- no da abasto con toda la tarea que se le viene encima. Cualquier oferta de colaboración es recibida con agrado. La bailarina Cristina Hoyos y el humorista Josele echaron una mano a los Reyes Magos y oficiaron ayer, junto a otros personajes populares, de Recaudadores Reales en el cortijo del Alamillo. Su misión era la siguiente: entregar a los niños más pobres juguetes regalados por chavales que tienen la suerte de vivir en hogares cálidos y confortables. Los Recaudadores Reales supervisaban que la operación se hiciera de forma eficaz. Tras la jornada de ayer, las organizaciones Adima y La Sonrisa de un Niño se hicieron cargo de los juguetes, de manera que la mañana del próximo miércoles dé paso a una mínima rendija de ilusión. Cientos de críos llegaron acompañados por sus padres al cortijo para dejar allí algunos de sus bienes más preciados. Las muñecas, los mecanos y las bicicletas estaban apilados a la espera del proceso de selección. Los Recaudadores Reales lo dejaron bien claro: "Sirven todos los juguetes... ¡Siempre que sean nuevos o que estén en perfectas condiciones!". Esta precisión ayudaba a mitigar el inevitable aroma sórdido que pueden desprender actos de este tipo. El "siente un pobre a su mesa", que inmortalizó Berlanga en Plácido, o las damas del ropero gravitan siempre sobre estos actos. Con todo, la situación es hoy tan dramática para miles de españoles que a nadie se le caen los anillos por ayudar en lo que sea. Josele dibujó un pavoroso panorama del mundo actual: "El mundo se divide cada vez más en ricos y pobres. Llegamos al 2000 y sigue habiendo parados, hambre, niños abandonados... Lees en la prensa cómo han matado de una paliza a un niño de tres meses". Josele quiere con su gesto aliviar una desdicha que crece como la marea. "Mis padres eran muy humildes. Los Reyes Magos sólo me podían traer un juguete. Una pelota de trapo o un caballito de cartón. Pero en los años cincuenta la pobreza era distinta que ahora. Había más humanidad entonces", explicó Josele. Cristina Hoyos estuvo acompañada de Sara, una sobrina nieta que entregó su juguete para los críos menos afortunados que ella. "Todo lo que se haga por los niños es poco. Es maravilloso hacer algo por esos niños que esperan el día de Reyes y cuyas familias no tienen nada que darles", indicó la bailarina. Quizás este buen deseo se haga realidad el próximo miércoles y algunos niños sean felices durante unas pocas horas.
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