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En el centenario de Zubiri

En el año 1998 los españoles hemos conmemorado hasta tres eventos: el centenario del Desastre colonial de Cuba y Filipinas; el hecho de que desde 1913, no desde antes, sea tópico llamar "generación del 98" a un eminente conjunto de amadores y críticos de la España que veían y proyectista y soñadores de una España que podría ser satisfactoria; el azar de que en 1898 nacieran no pocos españoles egregios, miembros, por tanto, de la hoy llamada "generación del 27", si ésta es entendida en toda su amplitud, y no sólo como un puñadito de excepcionales poetas; también pertenecen a ella, rigurosamente coetáneos de García Lorca, Vicente Aleixandre y Dámaso Alonso, el filósofo Xavier Zubiri, los hitoriadores del Arte Lafuente Ferrari y Camón Aznar, el médico Jiménez Díaz y varios más. A la conmemoración de Xavier Zubiri en el centenario de su nacimiento -hace unas semanas se ha cumplido- quiero dedicar este artículo.Hacia 1990 propuse al Colegio Libre de Eméritos la celebración de varios ciclos de conferencias -hasta tres llegaron a ser: "Pensamiento y Ciencia", "Creación literaria", "Las Artes"- en que, bajo el título común "El legado cultural de España al siglo XXI"- quedase metódica y solventemente expuesta la obra intelectual, literaria y artística de los españoles del siglo XX capaz de aportar algo valiso a la cultura del siglo XXI; algo tantas veces desconocido más allá de nuestras fronteras y aún dentro de ellas. Una conferencia sobre "El legado de Zubiri" y otra sobre "El legado de Cajal" fueron mi personal contribución a ese empeño memorativo.

Pensaba entonces y sigo pensando ahora que la obra intelectual de Zubiri constituye un legado valioso para tres grupos de hombres: los filósofos propiamente dichos y los meramente aficionados al pensar filosófico, los hombres de ciencia y los lectores deseosos de entender en su integridad la realidad del cosmos y, en ella, la del ser humano.

I. El legado a los verdaderos filósofos y a los seriamente aficionados a la filosofía consiste en un sistema filosófico a la vez nuevo y abierto al futuro, compuesto por estas tres piezas maestras:

. Una metafísica fundamentalmente edificada desde una metódica y rigurosa sustitución del concepto aristotélico de "sustancia", tradicional desde su creación, por los de "sustantividad" y "estructura". Éste fue, reducido a su nervio, el tema central de Sobre la esencia. No puedo pasar aquí de esta sumarísima indicación.

. Una teoría del conocimiento, basada en la concepción de la inteligencia humana como "inteligencia sintiente", esto es, como una actividad psíquica en la que, contra la tópica doctrina tradicional, unitariamente se funden "lo inteligible" y "lo sensible". Ampliamente se halla expuesta en tres volúmenes: Inteligencia y realidad, Inteligencia y logos e Inteligencia y razón.

3ª. Una cosmología a la vez dinámica -mejor: dinamicis-ta- evolutiva y estructural, basada en la concepción de la realidad primaria del Cosmos como dinamismo. El Cosmos es radicalmente dinamismo, éste consiste primariamente en la actividad de "dar de sí", y la totalidad de él debe ser considerada según una versión actualizada de la natura naturans de los pensadores renacentistas. Parte central y cimera de esta cosmología es una antropología capaz de superar la tradicional y al parecer irreductible oposición entre el dualismo (el hombre, alma y cuerpo, espíritu y materia) y el monismo materialista (el hombre sólo materia). Un volumen de sus escritos inéditos, titulado Estructura dinámica de la realidad, es la exposición metódica de tal cosmología y tal antropología. La empresa de desarrollarlas ha sido para mí tarea permanente durante los últimos años.

II. El legado de Zubiri a los hombres de ciencia tiene, a mi modo de ver, dos aspectos complementarios: con un extraordinario conocimiento de varias ciencias básicas -la matemática, la física, la biología, la ligüística-, Zubiri muestra a los científicos que su saber, cuando es exigentemente poseído y pensado, necesariamente conduce a una visión filosófica de lo real; y les enseña, por otra parte, que un cultivo ambicioso de la filosofía -ejemplos máximos: Aristóteles, Descartes, Leibniz, Kant, Husserl; "Estudio griego y matemáticas", escribía a sus padres, desde Marburgo, el joven Ortega- exige tener muy en cuenta lo que las ciencias positivas dicen de la realidad. Con fidelidad a esa íntima convicción ha elaborado Zubiri todo su sistema filosófico, desde la confección de Sobre la esencia. Sin el apoyo en la ciencia, la filosofía, obligada a vivir de sí misma y de su historia, se seca, ha escrito el filósofo Paul Ricoeur. Desde su temprano ensayo Ciencia y realidad, así lo ha demostrado la obra de Zubiri.

III. Desde la publicación de Sobre la esencia, se ha hecho tópica entre nosotros la idea de que la de Zubiri es una filosofía abstrusa, sólo accesible y sólo interesante para quienes por una razón o por otra se han decidido a ser "zubirianos". No lo pensarán así -mejor: no deberán pensarlo así- los que por vocación y oficio se han dedicado a la filosofía, si se acercan a los libros de Zubiri con auténtica voluntad de intelección. Pero junto a ellos hay en todas las sociedades cultas no pocas personas interesadas por lo que la filosofía enseña; en España, los herederos de quienes el siglo pasado leían El criterio, de Balmes, y en el nuestro han leído La evolución creadora, de Bergson, y tantos ensayos de Max Scheler o de Ortega. Pues bien: a éstos no les recomendaría yo la nada fácil lectura de Sobre la esencia, quede esto para los filósofos por vocación y oficio, pero sí un examen atento de Naturaleza, Historia, Dios, en cuyas páginas tantos avances hay de lo que más tarde será el sistema filosófico de Zubiri, Inteligencia y razón, tan vigorosa introducción zubiriana a la visión científica de lo real, y Estructura dinámica de la realidad. Quien seriamente lo haga, es seguro que no compartirá el tópico sobre la filosofía de Zubiri antes apuntado y sentirá que su mente, al margen de todo tecnicismo filosófico, ha quedado sustancialmente enriquecida. Los españoles del siglo XXI, ¿querrán hacer efectiva en ellos esta evidente posibilidad del pensamiento de Zubiri? ¿Se decidirán a vivir intelectualmente en un mundo cuya nota más esencial es "dar de sí" algo que hasta entonces no había sido?

Triple legado el de Zubiri a la cultura del siglo XXI: para los cultivadores de la filosofía, un sistema filosófico nuevo y abierto; para los hombres de ciencia, una vía para radicalizar filosóficamente su propio saber; para los meramente aficionados a profundicar lo que saben, una amplia colección de lecturas sugestivas. Pero no se acaba aquí el legado de Zubiri. A algunos, entre los que me cuento, nos ha dejado algo más: el vivo recuerdo de un amigo insustituible.

Pedro Laín Entralgo es miembro de la Real Academia Española.

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