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Tribuna
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Periodista

Habría suscrito la frase de Thomas Jefferson: "Si tuviera que escoger entre un gobierno sin periódicos o periódicos sin gobierno, no dudaría en elegir lo segundo". Tras su fallecimiento, no faltarán quienes glosen otros aspectos de su biografía. Al fin y al cabo, lo suyo era actuar, "hacer algo", y lo hizo también en la política, en la cultura y en la promoción de estudios e iniciativas sobre un país al que se sintió profundamente enraízado. Sin embargo, nada de eso tendría sentido sin los periódicos. Los leía, los analizaba, los criticaba, con la nostalgia y la pasión de quien se vio privado de vivirlos desde dentro porque luchó para que fueran libres. Con Vicent Ventura, se nos ha muerto un demócrata, un socialista, un nacionalista, un europeísta..., pero sobre todo un periodista. Estaba convencido de que un mundo sin periódicos no sería un mundo libre. Ahí radica la responsabilidad de la prensa, de ese cuarto poder que sólo tiene sentido como vigilante de los otros poderes. Ventura era un hombre moderno, de una modernidad sólida y convencida de que es posible construir racionalmente, y razonablemente, la realidad. Su instinto le condujo muy pronto hacia el espacio público que la prensa ensancha o reduce, el espacio público que hace posible la democracia, el ámbito de la pluralidad y del debate, el ámbito de la acción. Lejos de la visión mercenaria del informador, defendió y practicó, hasta donde le dejaron, el periodismo de la ciudadanía, el del profesional cuyo poder es tan circunstancial como imprescindible para los que no tienen voz. Por eso le irritaban la impericia técnica, la irresponsabilidad política y la prepotencia. Ninguna prensa puede situarse fuera de la sociedad o por encima de ella, ningún periodista puede ser algo más o algo menos que un ciudadano con una tarea muy especial. Nunca confundió el escepticismo de la inteligencia con el cinismo, ni profesó la visión de la prensa como un enorme aparato de opresión ideológica. En eso era muy poco "marxista", muy liberal, porque creía en la fuerza de los individuos, en la rebeldía de la libertad, precisamente para combatir el egoísmo, la rapiña, el totalitarismo, la injusticia y la desigualdad. ¿Ingenuo? No más que todo aquel que ha hecho algo digno de recordar. Como Hannah Arendt cuando escribió: "Los hechos, no importa lo horrorosos que sean, han de ser preservados, no porque "a lo mejor los olvidamos", sino para poder juzgar".

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