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Ruiz-Mateos trata de hacerse con empresas catalanas en dificultades Nueva Rumasa se ofrece como solución que hereda las viejas deudas

Nueva Rumasa, el grupo empresarial del empresario jerezano José María Ruiz-Mateos, no ha perdido oportunidad alguna para intentar hacerse con las empresas catalanas que atraviesan dificultades. Además de la fijación por tratar de perjudicar a los que adquirieron las empresas de la expropiada Rumasa, Ruiz-Mateos ha comprado o ha intentado quedarse a precio de saldo empresas catalanas. Es el caso de Cavas Montesquiu o Chandon, Puigneró, Iberia de Seguros, L"Agudana y la Cooperativa Avícola de Reus.

Desde que intentó quedarse la editorial Bruguera, Ruiz-Mateos revolotea en las crisis de las empresas catalanas para engullirlas en su Nueva Rumasa. El marqués de Olivara no pierde oportunidad para comprar a peseta o simplemente asumiendo las deudas contraidas, firmas catalanas en apuros. Ruiz-Mateos acudió, por ejemplo, a los intentos de Josep Puigneró para vender su empresa textil poco después de ingresar en prisión condenado por delito ecológico. No lo consiguió. Ruiz-Mateos trata por todos los medios de volver a ser alguien en la ciudad del cava, Sant Sadurní. El empresario jerezano compró a la familia Folchi su paquete mayoritario en Cavas Montesquiu. Entre los accionistas minoritarios figuraban algunos futbolistas estrella del Barça de la época de Johan Cruyff. Todos desaparecieron asustados por los 600 millones de pesetas a que ascendían las deudas de Montesquiu, empresa que gestionaba Josep Miró Ardèvol, ex consejero de Agricultura. Montesquiu es, junto a Robert J. Mur, la fuerza de Ruiz-Mateos en el Penedès. Su volumen de producción ronda el millón de botellas por año, lo que le otorga la condición de mediano productor. Ruiz-Mateos también se prestó a auxiliar a Alfonso Ferrer en su pelea con el grupo francés Moët Chandon por su filial catalana Chandon, pero los franceses le cortaron el paso. Ruiz-Mateos tuvo mucho que ver en el inicio de la llamada guerra del cava. Dolido con el grupo Freixenet porque éste adquirió las joyas vinícolas: Castellblanch, Segura Viudas, Canals y Nubiola, Conde de Caralt y René Barbier, Ruiz-Mateos batalló en los tribunales por intentar recuperarlas. Y pidió al presidente de Freixenet que le comprase unas bodegas en Argentina. La negativa le sentó muy mal y le amenazó con "sacar a la luz otros asuntos". En aquella época, la tesorería del empresario jerezano andaba mal tras el esfuerzo por adquirir el club de fútbol Rayo Vallecano mientras otras empresas, como el Banco Santander, le denunciaban por coacciones. Hace un año, Ruiz-Mateos lanzó un cava de baja calidad al que puso el nombre de Luis Freixenet-Copa Nevada con la clara intención de perjudicar a los propietarios de sus cavas expropiadas. Alguien tan fuera de dudas como un alto directivo de Codorníu admitía hace unas semanas que Luis Freixenet era una burda copia de los cavas de Freixenet. Este mismo portavoz daba a conocer que el empresario de Nueva Rumasa preparaba una nueva ofensiva de Luis Freixenet produciendo cava desde Italia envasado en tetra-brik. Ruiz-Mateos volcó también su ira contra Sol Meliá. Les denunció ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid en plena oferta pública de adquisición de acciones (OPA) de la empresa hotelera por un supuesto delito de fraude a los inversores. En el pasado mes de febrero, las oficinas del Rayo, sitas en la calle de Payaso Fofó de Vallecas, se volcaron también en el intento de quedarse Iberia de Seguros, empresa en dificultades del magnate de Chupa Chups, Enric Bernat. Ruiz-Mateos enviaba a Jesús Fraile, directivo del club, a negociar la compra de la aseguradora a peseta por acción. Los planes de Nueva Rumasa eran colocar en la presidencia de Iberia a Enrique Coca Autrán. Coca es un actor conocido por su participación en la serie Médico de familia y buen amigo de uno de los hijos de Ruiz-Mateos. La compradora -Inversiones Voltoya-5- tenía un capital de 500.000 pesetas y se comprometía a cubrir los 4.472 millones de pérdidas de Iberia. Iberia está es fase de liquidación por la Comisión Liquidadora de Entidades Aseguradoras (CLEA). Los hombres de Ruiz-Mateos, que sólo se habían preocupado del control de la caja, desaparecieron sin dar la cara. La liquidación sin convenio dejó a los empleados sin cobrar sus deudas.

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