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Tirón de Nueva York

Los mercados de valores han comenzado a funcionar, en esta última fase del ejercicio, por su propia cuenta y razón, lo que supone pasar por alto cualquier acontecimiento económico o político que pudiera afectarles.

Hace pocas semanas las cotizaciones se sumían en una zona de turbulencias ante la lejana posibilidad de que el Senado de Estados Unidos procesara al presidente, mientras que ayer parecía celebrar la constatación de sus temores. Ni siquiera el negro panorama que pintó el Fondo Monetario Internacional, con recortes generalizados en el crecimiento económico, riesgos de una severa corrección en la Bolsa de Nueva York y posible encarecimiento del petróleo amilanó a los inversores estadounidenses, y el índice Dow Jones ofrecía una subida de 160 puntos a media sesión, en una apuesta clara por el mantenimiento de los tipos de interés.

Los mercados europeos abrieron con discretas subidas que parecían celebrar el final de la tensión en Oriente Medio, algo necesario para terminar en paz un año extraordinariamente volátil, es decir, lleno de tensiones que han tenido repercusiones inmediatas en la evolución de los precios.

La contratación ascendió a 132.313 millones de pesetas en el mercado continuo, una cifra aceptable para una jornada en la que los precios hubieran subido con suavidad, pero muy corta para una ganancia del índice general del 2,50%, la más alta de los últimos 30 días. Todo indica que los ajustes de cartera que realizan las instituciones en esta fase de cierre del ejercicio no buscan sólo la actualización en cuanto a los contenidos, sino que hacen especial hincapié en los precios, situación que se ha visto favorecida por la inesperada subida de Wall Street.

En el mercado de deuda se vivía la situación contraria, esto es, un retroceso de los precios en beneficio de mayores rentabilidades. La deuda española a 10 años terminaba la sesión en el 4,05%, dos centésimas por encima del dato del pasado viernes, y se reducía el diferencial con la deuda alemana hasta 0,19 puntos.

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