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Un derecho del jugador

El Tenerife ha adquirido los servicios de un joven futbolista, Miguel Ángel Ferrer, Mista, que jugaba en los filiales del Real Madrid. Mista ganaba poco más de seis millones en el Real Madrid B, y para retenerle de por vida o para especular con sus servicios el Real Madrid le establece una cláusula de rescisión de 750 millones, intentando así evitar su marcha cuando el jugador decide cambiar de aires, hurtando al deportista, con la presión ante la Liga de Fútbol Profesional, su derecho como trabajador, la no exigibilidad de seguir prestando servicios en contra de su voluntad, un derecho irrenunciable.Apoyado en las leyes, defendiendo su legítimo derecho, el CD Tenerife le ofrece a Mista un contrato digno muy superior al del club grande. La respuesta es inmediata. La poderosa maquinaria madridista alterada por el despecho se pone en marcha, e intenta bloquear en la Liga la tramitación de la ficha.

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Una vez más se demuestra cómo el fútbol se nos va de las manos. Los abusos de los clubes poderosos ante jugadores jóvenes y probablemente indefensos están a la orden del día. Se abandona el espíritu deportivo para convertir las sociedades deportivas en entidades meramente especulativas, que han roto el verdadero espíritu de lo que es el fútbol y de lo que debe ser su entorno.

Los intentos del Real Madrid por retener a Mista sonrojarían a cualquier tribunal de un país avanzado en su legislación laboral. A veces se nos ponen ejemplos de lo que ocurre en Europa, cuando en España una moderna y progresista Constitución garantiza la voluntariedad de los servicios del trabajador. No hay más que leerlo en el artículo 35.1 de nuestra Carta Magna.

No se puede negar el derecho a que un jugador de fútbol abandone el club porque el Estatuto de los Trabajadores (artículo 49.1 d) y el Real Decreto 1006/85 (artículo 13) garantizan el respeto a la dimisión tanto del trabajador en general como del deportista profesional en particular. El Real Madrid intenta cometer un grave fraude de ley vulnerando además una norma sagrada en el Derecho Laboral español que es la nulidad de los pactos cuando se contravienen normas imperativas. Si el club madridista se siente perjudicado, que recurra ante los órganos jurisdiccionales, que dictaminarán en su día la cuantía justa de la indemnización, pero nunca puede "secuestrar" al jugador, privándole de un derecho fundamental: jugar en un club que le paga más y le permite encauzar su vida profesional.

Todas las normas en el Derecho Laboral, pues, establecen que la extinción del contrato se produce por la mera voluntad del trabajador. No valen, pues, una indemnización abusiva ni una indemnización a priori. Hay que esperar que los tribunales, en los que confiamos, se pronuncien. No vale el artículo 2.2 del LibroV del Reglamento de la Liga Nacional de Fútbol Profesional, que establece que la inscripción de un jugador será cancelada en el supuesto de extinción del contrato por voluntad del mismo, previo depósito en la Liga del importe previsto como indemnización. No es aplicable, en general, por dos razones:

1.Porque contraviene las disposiciones legales, que establecen el principio de libertad de trabajo sin condición previa alguna.

2.Porque el reglamento de la Liga no puede afectar a los derechos de terceros que no han participado en su aprobación, como es el jugador.

La importancia de este asunto es similar al caso Bosman. El fútbol europeo se ha desmadrado, los jugadores jóvenes entran en una especie de cárceles en las que se han convertido los clubes que coartan su libertad. El fútbol ha entrado en una dinámica peligrosa de especulación sin tregua.

El Madrid no puede limitar la voluntad del jugador, escondiéndose tras una cláusula de resolución abusiva que no guarda correlación alguna con los emolumentos del deportista ni con lo gastado en su formación. Si nos fijamos en el artículo 7.2 del Código Civil: "La ley no ampara el abuso del derecho o el ejercicio antisocial del mismo...".

Apoyado en las leyes, defendiendo los derechos de los equipos más débiles, y reconociendo los derechos de los jugadores, el Tenerife va a luchar en la Liga, en la Federación y en la jurisdicción que proceda para que se eviten los abusos en el fútbol español; para que las engañosas cláusulas resolutorias no sean armas letales que utilice el grande contra el débil con el consiguiente encarecimiento del fútbol profesional; para que impere la pureza del deporte, la formación de nuestros jóvenes y la libertad individual; para que una Liga de fútbol no se convierta en un negocio para unos pocos; para que los clubes más modestos sobrevivan a la presión de los grandes. Nosotros estamos con el fútbol, no con los abusadores, ni con los especuladores y la gente sin escrúpulos que ha puesto cerco al deporte.

Javier Pérez es presidente del Tenerife.

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