Impunidad
¿Cómo es posible que una deuda bancaria de 600.000 pesetas permita el embargo de un piso de 30 millones? Y cantidades muy superiores por mucho menos. Un anciano sin techo por 15.000 pesetas... ¿No suena esto a abuso? ¿Dónde están los límites?Hablamos mucho todos últimamente de impunidad. La globalización económica y jurídica está abriendo nuevas posibilidades, insospechables hasta hace poco. ¿Por qué no se aplica esta capacidad de desarrollo con la misma amplitud de criterios en otros temas intocables? ¿Cómo se le permite a la banca acabar con el esfuerzo de toda una vida, cuando la empresa puede poner en la calle, y lo hace a diario, a cientos de personas, que a no muy largo plazo serán incapaces de cumplir con sus obligaciones? Un simple retraso permite el cobro de suculentos intereses. ¿Cuántas veces pagamos nuestras deudas? ¿No necesita este negocio insaciable una revisión? En nuestra tan evolucionada civilización, ya nadie llama al oficio bancario por su nombre de origen: la usura, porque aceptamos como deber el pago aplazado de lo que se nos está facilitando cuando lo solicitamos, pero no al coste ciego de ofrecer nuestras cabezas. A finales de año leemos generalmente en la prensa los enormes ingresos de algunos bancos. ¿A qué precio?
¿No hay por ahí algún abogado de peso que se atreva con tan importante señor?-