Dos mineros muertos y dos heridos graves en Asturias por una explosión de grisú
Dos mineros perdieron ayer noche la vida y otros dos resultaron heridos graves en una explosión, muy probablemente de gas grisú, ocurrida anoche en el interior del pozo Monsacro, de la empresa estatal Hunosa, situado en el municipio de Riosa, a 19 kilómetros de Oviedo, en la cuenca hullera del río Caudal. Otro trabajador resultó con contusiones leves. Los heridos graves que fueron trasladados al Hospital Central de Asturias, en Oviedo, sufren quemaduras y amputaciones, según los primeros testimonios.
Uno de los mineros presentaba heridas muy graves. El gas grisú, omnipresente en los yacimientos hulleros asturianos, fue la causa más probable de este siniestro laboral que eleva a 13 el número de víctimas mortales en la minería asturiana del carbón este año.Los mineros fallecidos son Joaquín Márquez Bulnes, de 38 años, ayudante barrenista, casado y padre de un hijo, y Gustavo García García, de 35 años, ayudante minero, casado y con dos hijos. Ambos residían en Oviedo y trabajaban en la empresa Hunosa desde 1987. Los heridos de mayor consideración son José Alberto Pello Sariego, cuyo estado era anoche muy grave, de 35 años, ayudante artillero, casado y padre de un hijo y vecino de Riosa, y Jorge Fernández Álvarez, de 36 años, ayudante minero, soltero y vecino del municipio de Morcín. Ambos fueron evacuados al Hospital Central de Asturias. El herido leve, que fue atendido en el botiquín del pozo, es Valentín González Galindo.
La explosión se produjo en torno a las nueve de la noche en la séptima planta del pozo, a 350 metros de profundidad. Un vigilante minero que se encontraba en una zona relativamente cercana al lugar en el que se produjo el siniestro dio la alarma de inmediato, lo que permitió la rápida intervención de otros mineros y de los equipos de rescate para la evacuación de los cadáveres y de los heridos. Según otros testimonios, la explosión llegó a oírse en los alrededores del pozo.
El grisú parece la causa más probable de la tragedia, aunque en los primeros momentos también se barajó como hipótesis la posibilidad de que el material explosivo utilizado en las tareas mineras (entre las víctimas figura un barrenista y un artillero) pudiera haber propiciado la deflagración. En la zona donde se produjo el accidente se trabajaba con dinamita y aire comprimido para la extracción del mineral, según una técnica de explotación por subniveles llamada soutirage.
Sin embargo, pasada la medianoche, y aunque la empresa declinó avanzar ninguna hipótesis, se barajaba como causa más probable una emanación de grisú, un gas cuya abundante presencia en las explotaciones es una de las peculiaridades de la minería asturiana del carbón. La última explosión de este gas se produjo el 31 de agosto de 1995 en el pozo San Nicolás, también de Hunosa, en la que perecieron 14 mineros, cuatro de ellos checos. En esa misma mina, situada también en el valle del Caudal, una emanación de gas grisú que no llegó a explotar causó la muerte por asfixia a dos mineros el pasado 8 de octubre. La capa de carbón en la que ayer trabajaban los accidentados discurre entre ambos pozos.
Escenas dantescas
Los efectos de una explosión de grisú producen escenas dantescas. Causa quemaduras, asfixia -a causa del monóxido de carbono que origina- y traumatismos. Este gas, que convive permanentemente con los mineros, es el resultante de la mezcla de gas metano y aire. Sólo es explosivo cuando la presencia de metano alcanza proporciones entre el 5% y el 14%. Fuera de esas magnitudes no explota. Pero para que halla deflagración se necesita además que entre en contacto con una fuente de calor o una chispa. Tras la explosión se origina una onda expansiva a elevadísima temperatura.El grisú ha sido históricamente una de las causas más habituales y dramáticas de la muerte en la mina. Pero en las últimas décadas los avances realizados en los sistemas de ventilación y la incorporación de métodos acústicos y luminosos de detección y alerta de la presencia del gas había eliminado prácticamente este tipo de siniestros. Antaño los mineros bajaban al pozo con un pájaro enjaulado, cuya muerte por asfixia era el único aviso de peligro de que disponían.
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