Fútbol y barbarie
Hoy me he levantado contenta. Con sueño, pero contenta. Mi equipo de fútbol, el Atlético de Madrid, ganó ayer a la Real Sociedad por 4-1 y se clasificó para la siguiente ronda de la Copa de la UEFA. Todo había merecido la pena: el frío que había pasado en el campo, el sueño que tenía por haberme acostado tan tarde, el haber sufrido hasta el último minuto de la prórroga.Pero, de repente, toda esa alegría se ha convertido en rabia e indignación cuando me he enterado de que el chico al que apuñalaron en los alrededores del Vicente Calderón había muerto de madrugada. De repente he sentido asco. Asco por estar animando al mismo equipo que esos asesinos, asco porque me guste tanto el fútbol y disfrute tanto yendo al campo, y que esos indeseables utilicen esto y a otra mucha gente como yo para ocultarse entre la multitud y realizar actos tan deleznables como el del pasado día 8. Ahora pienso que no todo merecía la pena. Nada vale la muerte de una persona, y mucho menos la victoria de un equipo de fútbol. Pero esto nada tiene que ver con el fútbol ni con la política, como algunos intentan ahora relacionar. Esto sólo tiene que ver con unos cuantos desgraciados que no representan a nadie. Esto quiero que lo entiendan todos, y sobre todo los familiares y amigos de Aitor. Los que asesinaron a vuestro amigo no representan al Atlético de Madrid, no representan a los hinchas de fútbol (cosa que ya sabréis, puesto que Aitor era un hincha) ni a nadie.-
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