El alcalde cántabro del PP que deseaba "ejecutar" al presidente peneuvista se niega a pedirle perdón
José Luis Quevedo, alcalde del PP de la localidad cántabra de Corvera de Toranzo (2.400 habitantes), se niega tajantemente a pedir perdón a Xabier Arzalluz, presidente del PNV, por las dos cartas que le remitió el año pasado usando papel oficial y el fax del Ayuntamiento, y en las que le amenazaba con "ejecutarle" y utilizar su sangre para pintar su habitación. "Tengo muchos amigos en el País Vasco cuya imagen ha distorsionado Arzalluz con su actitud, su gesto y su soberbia. Me enorgullezco de haber conocido en mi pueblo, mostrándole mi adhesión y simpatía, a Juan María Atutxa... Pero Atutxa no es Arzalluz. Mal podría matar a nadie yo que no puedo contemplar el sacrificio de una gallina. Pero estoy en guardia permanente contra Arzalluz por sus insolencias para con los españoles. Así es que, de pedir perdón, nada".La primera misiva la envió tras el asesinato en Bilbao en abril de 1997 del policía cántabro Luis Andrés Samperio. "Usted", acusaba al líder peneuvista al que tachó de "mayor criminal de este país", "es el ejecutor de la muerte de nuestro vecino. Como jesuita, hijo de mala madre, espero tenerle cara a cara para poder hacer con usted lo que hacen con esas familias que quedan maltrechas para toda la vida. Lo que quiero es demostrarle que insectos como usted sobran en la sociedad española. Quiero ser su ejecutor".
La segunda misiva la remitió el 10 de julio, fecha del secuestro del concejal del PP de Ermua Miguel Ángel Blanco. "Dios quiera que algún día pudiera pintar con tu sangre las paredes de mi habitación, pues dormiré tranquilo porque desaparece un auténtico criminal", le espetaba a Arzalluz.
De 47 años y padre de cuatro hijos, el regidor popular, que ingresó en Alianza Popular en 1979 procedente de Fuerza Nueva, aseguró a este periódico que nunca pensó en matar a Arzalluz, pero que hoy desea fervientemente verle retirado de la política y acogido en un centro geriátrico. Al obispo de San Sebastián, José María Setién, también le envió una carta en la que le acusaba de "tibieza y ambigüedad" y de proteger a los asesinos de Samperio. Aunque admite que algunas de sus expresiones están fuera de tono, Quevedo alega que las cartas fueron redactadas en momentos de "rabia e impotencia" porque Samperio era amigo suyo.
"Ya sabe que es mentira"
El miércoles, el presidente del PNV -sin nombrar al alcalde y aludiendo al "victimismo" que practican los populares a propósito de la seguridad de sus cargos públicos en Euskadi- había desempolvado el siniestro epistolario. "Este señor", afirmó ayer Quevedo en alusión a Arzalluz, "ha usado [este asunto] cuando lo debe usar, es decir, quiere salir ante el PP como una persona que se siente amenazada de muerte. Y sabe que es mentira". Los insultos y calumnias no fueron respondidos por el PNV, pero Arzalluz comunicó el hecho a la cúpula del PP en Madrid y al presidente del Gobierno, José María Aznar. Algunas llamadas telefónicas anónimas se recibieron en el consistorio como respuesta a los graves epítetos del regidor. El presidente del PP en Cantabria, Gonzalo Piñeiro, invitó a Quevedo a que pidiese disculpas al líder nacionalista. El alcalde permaneció impasible y tras el secuestro de Blanco mandó a Arzalluz una segunda carta "lamentando no tener armas para ajusticiarle".El PP de Cantabria emitió ayer un comunicado en el que señala que "en ningún caso se puede considerar que las expresiones contenidas en las citadas cartas fueran realizadas en nombre del partido". No obstante, muestra su extrañeza por el hecho de que las misivas se hayan convertido en noticia un año después de su envío y porque Arzalluz ya tuvo en aquellas fechas, y aceptó, según el comunicado, las mismas consideraciones expuestas ayer por el partido.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.