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VIOLENCIA EN EL FÚTBOL

El abrazo del fútbol vasco

Representantes de la Real, Athletic y Alavés olvidan sus roces deportivos y se unen en la despedida de Aitor Zabaleta

Mikel Ormazabal

El fútbol vasco formó ayer una gran familia. Representantes de la Real Sociedad, el Athletic de Bilbao y el Deportivo Alavés estrecharon sus lazos más allá de la rivalidad que mantienen dentro de los terrenos de juego. Directivos, técnicos y jugadores de los tres clubes vascos de la Primera División española se dieron cita ayer por la tarde en San Sebastián para asistir al funeral por el seguidor blanquiazul Aitor Zabaleta, de 28 años, asesinado el martes junto al estadio Vicente Calderón, de Madrid. Al acto también acudieron numerosas personalidades del fútbol y la política, además de los familiares y conocidos del fallecido y una multitud de ciudadanos que abarrotó el interior de la basílica de Santa María, donde se ofició la ceremonia religiosa.

La figura de Aitor Zabaleta y el significado que envuelve su asesinato unieron en un abrazo a los equipos vascos. Los tres dejaron al margen las cuitas regionales y los roces propios de la competición para escenificar una unión que trasciende los límites deportivos y se acerca al espíritu solidario que demandaba ayer la conmemoración del 50º aniversario de la firma de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.El presidente de la Real, Luis Uranga, secundado por el entrenador, el alemán Bernd Krauss, y su ayudante Roberto López Ufarte, encabezó la delegación realista, compuesta por todos los miembros de su Consejo de Administración, empleados, técnicos y las plantillas de la Real y del Sanse al completo. Con las cabezas agachadas algunos, otros con la mirada fija en un punto perdido en el pórtico del templo, la mayoría de los futbolistas mostró el rostro inflexible, azotado por el dolor que ha significado la pérdida de uno de sus más fervientes aficionados.

El Alavés entró en la iglesia algunos minutos más tarde, también con una amplia representación de dirigentes, al frente de los cuales se mantuvo siempre Gonzalo Antón, su presidente, seguido por una nómina de futbolistas entre quienes se encontraban el ex realista Alberto Albistegui y sus compañeros Berruet, Sívori, Carmona e Ibon Begoña.

El técnico del equipo, José Manuel Esnal, Mané, apareció algo más tarde en solitario, aunque con tiempo de reunirse con el resto.

En silencio

Y cuando empezaron a sonar las campanas señalando el comienzo de los oficios religiosos llegó la expedición del Athletic, una amplia representación rojiblanca capitaneada por Julen Guerrero y Aitor Larrazabal, a quienes precedía el alcalde de la ciudad, el socialista Odón Elorza.Entre los jugadores se mezclaron el entrenador Luis Fernández y el presidente José María Arrate y su cuerpo directivo, así como el ex guardameta José Ángel Iríbar, miembro del cuerpo técnico. Cerraban la comitiva rojiblanca Rafael Alkorta e Ismael Urzaiz. Durante el trayecto desde el autocar hasta el santuario religioso donostiarra, los integrantes de la delegación del Athletic cubrieron unos 400 metros de un pasillo formado por cientos de personas que escoltaban en silencio su paso.

Una hora antes del momento previsto para el inicio de la homilía fúnebre, la Parte Vieja presentaba una numerosa afluencia de personas a la espera de la llegada de los familiares de Aitor Zabaleta. Éstos irrumpieron en dos tandas, abrazados y con el semblante deshecho, y ocuparon las primeras filas de la iglesia.

La llegada de autoridades del fútbol fue constante. El Atlético de Madrid envió a dos personas a San Sebastián: el gerente, Clemente Villaverde, y el jefe de prensa, Cecilio Alonso, quienes pasaron inadvertidos entre el gentío.

Santiago Fisas, secretario de Estado para el Deporte; Antonio Baró, presidente de la Liga de Fútbol Profesional; Juan Luis Larrea, presidente de la Federación Guipuzcoana de Fútbol y tesorero de la española; Laurentzi Gana, presidente de la vasca de fútbol; el presidente del Osasuna, Javier Miranda, y dos directivos del club navarro, y el intermediario Miguel Santos, también estuvieron presentes en el funeral.

Entre la clase política figuraban el diputado general de Guipúzcoa, Román Sudupe; Mari Carmen Garmendia, portavoz en funciones del Gobierno vasco; Eduardo Ameijide, subdelegado del Gobierno central en Guipúzcoa; el consejero de Educación en funciones, Inaxio Oliveri, y los portavoces de EH Arnaldo Otegi y Joseba Permach.

Pese a la fidelidad que Aitor Zabaleta guardaba a los colores de la Real, apenas se observaron motivos blanquiazules como bufandas o gorros. Así, la familia futbolística vasca expresó en el funeral de ayer el sentimiento de unidad, solidaridad y dolor que el miércoles también mostraron el Bernabéu y San Mamés con sus minutos de silencio y los brazaletes negros de los jugadores.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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