_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Infancia y navidades

A. R. ALMODÓVAR Las fechas que se avecinan deberían ser declaradas "período de alto riesgo para la infancia", o algo así. So pretexto de campanillas, oropeles y vacaciones, un verdadero ejército de desaprensivos se dispone a entrar a saco en los dominios de la tierna infancia, someterla a los dictados de una sociedad cruelmente competitiva y convertir a sus incautos moradores en consumistas compulsivos. No hay términos medios. O se es o no se es. Se está o no se está con las reglas de este juego maquiavélico. De nada valen los esfuerzos y las advertencias que, año tras año, realizan Unicef, la OCU y otras empresas desesperadas, contra los precios de los juguetes, sus contenidos violentos o sexistas, el riesgo de algunos materiales con los que están fabricados, el elevado consumo de televisión, etcétera. Total, si son para niños. Pero lo peor es cuando las contradicciones del sistema se alojan en el seno mismo del poder, y de un poder con mayoría de izquierda, como es el caso que les voy a contar. El pasado 1 de diciembre, el Instituto Andaluz de la Mujer y la Consejería de Educación presentaban una muy loable campaña contra esos regalos navideños envenenados de discriminación sexista y de violencia pura y dura. Claro que era mucho más elevada la buena voluntad que el presupuesto: cinco millones. Ya saben, pegatinas, carteles..., aspirinas para el cáncer. Pero lo que más me llamó la atención fue el contraste con la feroz campaña publicitaria que esos mismos días iniciaba Canal 2 Andalucía -tan meritoria en otros aspectos-, dentro de la programación infantil y, naturalmente, preparando las Navidades. Una verdadera catarata de anuncios de juguetes, sin la más mínima consideración hacia los valores ya hace tiempo admitidos por las fuerzas progresistas de todo el mundo, y por muchas legislaciones avanzadas. Ni advertencia sobre precios ni el más ligero control sobre contenidos, roles sociales o evocaciones ideológicas. Para que no se me fuera la mano con la santa indignación, me armé de paciencia, de papel y lápiz, y entre los días 2 y 4 de diciembre me senté ante el sagrado televisor. He aquí el resultado de lo que vi: sobre 30 anuncios repetidos, un 35% lo eran de juguetes exclusivos para niñas, con roles de madrecitas, de amitas de casa, o de futuros objetos de deseo. Sólo un 10% -ojo- eran exclusivos para niños, repartidos entre la religión masculina por excelencia, es decir, el fútbol, los guerreros galácticos y las armas fulminantes. Un 30% podrían considerarse ambivalentes, aunque con algunos reparos. Por lo menos el anunciante había colocado niños y niñas alrededor del prodigio. Finalmente, un 25% entrarían en la categoría de juegos de mesa o familiares. Algo es algo. Un mundo de sueños es como se llama la campaña ilusoria del Instituto Andaluz de la Mujer. Yo le habría puesto Un mundo de pesadillas, en atención al formidable adversario que la propia Junta de Andalucía, desde otras instancias, le estaba creando a la misma hora, sólo que con un instrumento mucho más eficaz: la televisión; la autonómica, la nuestra. Señor Chaves, ponga un poco de orden, por favor.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_