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CINE

La Filmoteca muestra toda la obra del realizador soviético Eisenstein

Coincidiendo con el centenario de su nacimiento y el cincuentenario de su muerte, Filmoteca Española ha organizado un homenaje al realizador soviético Serguei Mijailovich Eisenstein (Riga, Letonia, 1898; Moscú, Unión Soviética, 1948) consistente en la exhibición este mes de la totalidad de su obra en sus dos salas del cine Doré.En 1923 dirige La huelga, donde aparece ya su personal concepción del montaje. Posteriormente, Eisenstein recibe el encargo de hacer una película para conmemorar el 20º aniversario de los intentos revolucionarios de 1905. Rueda así El acorazado Potemkin (1925), una gran odisea colectiva sobre el amotinamiento de los marineros por la mala calidad de la comida y la represión militar en el puerto de Odessa. En 1927 filma Octubre, en la que Einsenstein hace un gran esfuerzo por crear un nuevo lenguaje conceptual para describir los acontecimientos de la revolución rusa de 1917. Tiene graves problemas con la censura por su visión de la historia.

De menor interés es La línea general (1929), que trata de la colectivización del campo. Los cada vez mayores problemas políticos que encuentra en la Unión Soviética para hacer el cine que le interesa le impulsan a aceptar primero una fracasada invitación de United Artists para trabajar en Hollywood, y, finalmente, en 1930 firma un contrato con los estudios estadounidenses Paramount. Una campaña anticomunista hace que rescindan su contrato y no le renueven el permiso de residencia. Tras su paso por México, regresa a la Unión Soviética. En 1938 realiza Alexander Nevsky, su primera película sonora, con música de Sergei Prokofiev, con la que gana el Premio Stalin por hacer un eficaz retrato de un héroe positivo que en el siglo XIII conduce a los rusos a la victoria frente a los caballeros teutónicos, donde resulta muy explícito su mensaje antinazi.

En el apogeo de su madurez creadora, S. M. Eisenstein se embarca en el gigantesco proyecto de Iván el Terrible, biografía del zar Iván IV, dividida en tres partes, con la que, con un lenguaje expresionista, pretende hacer una crítica al culto a la personalidad tan característico de estos años. Vuelve a recibir el Premio Stalin por la primera parte, rodada en 1942, pero la segunda, realizada en 1943, es prohibida hasta diez años después de la muerte de Stalin. La tercera no se rodó.

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