_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El problema de dos equipos sin trazo definido

Santiago Segurola

Algo se mueve en el fútbol español. O eso parece. La hegemonía Real Madrid-Barcelona se ha puesto en cuestión esta temporada. En los últimos 13 años, madridistas y barcelonistas se han repartido todos los títulos, con la excepción del obtenido por el Atlético de Madrid en 1996. Acostumbrados a una vieja situación de duopolio, causa extrañeza la deficiente trayectoria de ambos equipos en el actual campeonato.Aunque la mayoría de los equipos españoles han aprovechado el dinero de la televisión para forjar plantillas competentes, resulta extraña la dificultad de las dos grandes instituciones del fútbol español para abrir brecha precisamente en estos momentos. El Madrid y el Barcelona disponen de varios de los mejores jugadores del mundo. En el Madrid hay siete nominados para el Balón de Oro. El Barcelona quizá es el único club del mundo que puede contratar a Rivaldo (4.500 millones de pesetas) y a Kluivert (2.300 millones) para completar a última hora una ostentosa plantilla. Quizá en esta política excesiva y anárquica se encuentra el temible virus que habita en el Barça y, en menor medida, en el Real Madrid.

El problema de los equipos no está en la calidad de sus jugadores, contrastada en mil batallas. Se puede discutir si una u otra plantilla está suficientemente compensada (la carencia de defensas de garantías en el Barça es indiscutible), pero esa circunstancia no explica las dificultades para competir con equipos que sufren mayores desequilibrios.

No se debe descartar la responsabilidad de los futbolistas en la deficiente trayectoria del Real Madrid y Barcelona, ni tampoco el peso del excesivo número de competiciones que deben afrontar sus mejores jugadores, pero el principal defecto apunta a la ausencia de un criterio, de un modelo estable, de una mano que ajuste las piezas con sensatez y decisión.

Si algo dice la clasificación es que Mallorca, Deportivo, Celta y Valencia (los cuatros primeros del campeonato) saben a qué juegan. Cada uno en su estilo. El ordenado y hermético Mallorca; el contragolpeador Valencia; el sedoso Celta; el equilibrado Deportivo. Todos son hijos de un concepto que les hace reconocibles. Pero, ¿en qué que se reconoce al Madrid y al Barcelona? En su falta de criterio, de un trazo visible, de dos entrenadores capaces de articular a sus equipos en torno a una idea.

De Van Gaal se ha dicho todo. Y casi nada bueno. Pero Hiddink no le mejora. En el aspecto táctico ha practicado todos los sistemas, siempre de manera improvisada, empujado por los acontecimientos. Parece evidente que a Hiddink le falta un discurso. En lo práctico tampoco funciona. Ninguna de sus decisiones ha alterado favorablemente los partidos en crisis. Peor aún, si algo ha quedado claro es su dificultad para tomar decisiones. En la mayoría de las ocasiones parece un hombre paralizado, sin capacidad para leer los partidos y aprovechar los abundantes recursos de su plantilla. Es decir, un hombre superado por las circunstancias. Más o menos, como Van Gaal.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_