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Pies de barro

La recuperación de las bolsas europeas en general, y de la española en particular, se puso ayer en evidencia ante el brusco cambio de rumbo que sufrieron tras la apertura a la baja de Wall Street. La Bolsa de Madrid abrió con una discreta subida, que era el colofón de un mes muy positivo, y llegó a subir hasta 7,28 puntos. Cuando Wall Street abrió con un descenso de hasta 133 puntos, todo se vino abajo y el índice terminó cediendo 17,14 puntos, demostrando así que la confianza en la mejor posición de las economías europeas frente a los efectos de la crisis financiera y económica es muy precaria. Finalmente, Nueva York cerró con un fuerte retroceso del 2,32%, ó 216,53 puntos.

Si en los últimos días se justificaba la tendencia al alza de la bolsa en la ausencia de papel como respuesta a una situación en la que los motivos de preocupación brillaban por su ausencia, ayer fue evidente que la construcción de esos argumentos es poco sólida y que basta un bandazo de un mercado importante para todo se venga abajo.

La volatilidad ha sido una de las características de este ejercicio, no tanto por las enormes diferencias entre los niveles máximo y mínimo de los merca dos, sino por la capacidad de exagerar cualquier acontecimiento, sin importar que se tratara de algo coyuntural o con incidencia a más largo plazo.

Otra de las lecturas que tenía el comportamiento de los inversores en esta jornada hacía referencia al fondo mismo de la cuestión, es decir, a la propia situación de las economías europeas para hacer frente a una coyuntura ad versa en pleno proceso de nacimiento del euro.

El resto de los productos financieros, deuda y divisas, mostraba un comportamiento mucho más estable por parte de los inversores, indicando que los excedentes de liquidez se mueven sólo en el entorno de la renta variable.

La contratación de esta sesión fue de 193.444 millones de pesetas en el mercado continuo, un buen dato para una jornada que ha restado un 2 a las ganancias acumuladas en noviembre, que aún así, son del 9,50%.

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