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Violentos por diversión

Los jóvenes delincuentes carecen de móvil y son de clases acomodadas, según un estudio del Senado

Delinquen más y muchos lo hacen sólo para divertirse. La edad conflictiva se sitúa entre los 14 y los 17 años y proceden, cada vez en mayor porcentaje, de familias acomodadas. Pasan mucho menos tiempo en casa, se agrupan en torno a tribus y se han acostumbrado desde muy pequeños a convivir con las imágenes violentas del cine, los cómics y, muy especialmente, la televisión. Éstas son algunas de las conclusiones a que han llegado los siete senadores -dos del PP y PSOE, y uno del PNV, Convergència i Unió y Grupo Mixto- que durante dos años han estudiado el comportamiento violento de los jóvenes.Jueces, psiquiatras, catedráticos, altos cargos de la Administración, educadores de calle, policías, sociólogos... Hasta un total de 40 especialistas han comparecido ante la Comisión de Justicia del Senado, cuyos miembros han visitado también una decena de centros de acogida de menores en España, Alemania, Bélgica y Holanda.

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El balance de su trabajo refleja las luces y las sombras que rodean a los menores violentos. No son tan numerosos como sus colegas alemanes o británicos y se sitúan a años luz de las estadísticas norteamericanas. La primera causa de fallecimiento de los jóvenes en Estados Unidos es el homicidio; en España, los accidentes y los suicidios. "Son muertes también traumáticas, aunque con una violencia que no se dirige hacia afuera, sino contra sí mismos", destaca en su ponencia el presidente de la Asociación Mundial de Psiquiatría, Juan José López-Albor. Otro de los expertos, Enrique Echeburua, catedrático de Terapia de la Conducta de la Universidad del País Vasco, destaca que uno de cada tres delitos graves -homicidios, sobre todo- contabilizados anualmente por la policía norteamericana los cometen personas entre 12 y 18 años. Entre los menores españoles, el porcentaje apenas ronda el 6%.

Los niños y adolescentes españoles imitan a los norteamericanos en que delinquen más y lo hacen muchas veces sin motivo: el doble que en la década de los sesenta, y un 10% más que en los ochenta, los años negros de la heroína en España. El inspector de la comisaría general de la Policía Judicial Javier Cirijano y el presidente del Grupo Interdisciplinar sobre Droga, Domingo Comas, así lo confirmaron en el Senado. "Las primeras detenciones masivas de jóvenes", recuerda el inspector Cirujano, "vinieron tras el éxodo de las familias rurales a las ciudades. Los padres emigraron atraídos por el boom del pleno empleo. Pero a sus hijos les afectó el paro y la marginalidad típica de los extrarradios urbanos". Los hermanos pequeños de estos chicos desarraigados comenzaron a coquetear con el caballo. Pronto se convirtieron en los pioneros del auténtico drama de la criminalidad juvenil en la década de los ochenta: las drogas duras. Ahora, en los noventa, el consumo de heroína ha descendido espectacularmente y sin embargo la delincuencia juvenil aumenta. En 1997, los fiscales de menores intervinieron en 19.428 casos. Hasta septiembre del año en curso, los detenidos que aún no han cumplido los 18 suman un 20% más que los del mismo periodo de 1997. Aproximadamente la mitad de ellos procede de familias que los sociólogos consideran normales, y económicamente pertenecen a la clase media y media-alta. Sólo el 12% de los chicos y chicas que visitan las comisarías consumen drogas duras.

Entonces, se preguntan los expertos, ¿por qué delinquen los jóvenes de los noventa? "Por aburrimiento", sintetiza Joaquín Ruiz Jiménez, presidente del comité español de Unicef. La violencia por sí misma, por el placer de destruir y causar daño, constituye, según los expertos que han comparecido ante los senadores, la seña de identidad de los jóvenes delincuentes del fin del milenio.

Es el vandalismo del viernes y sábado noche: el destrozo de escaparates, mobiliario urbano, autobuses y contenedores. Es también el robo de coches sólo para desplazarse de discoteca en discoteca. Estos delitos, junto con las peleas entre pandillas, son la primera causa de detención de menores desde 1993. Los expertos buscan una explicación a un comportamiento aparentemente sin sentido. Cirujano habló de una posible confusión legal -el proyecto de Ley de Justicia Juvenil está en trámite parlamentario- que puede originar actuaciones policiales y judiciales dispares, lo que tal vez transmite a los menores cierta sensación de impunidad: "Hemos llegado a detener al mismo joven por la mañana y por la tarde. En Las Palmas, un grupo de chicos cometieron hasta 30 robos en una semana", recuerda. La ex directora de Atención a la Infancia de la Generalitat catalana, Concepción de Tarruella, comentó también ante los senadores: "Hace dos veranos, en Cataluña, un niño mató a dos ancianas. Ese niño está hoy en la calle. Yo me pregunto si ha recibido el tratamiento adecuado en tan poco tiempo".

La obsesión consumista ha influido también en el comportamiento irresponsable de los menores. La socióloga de la UNED Josune Aguinaga comentó que las encuestas reflejan ya el robo de prendas de marca entre los colegiales.

Otros expertos apuntaron hacia la crisis de autoridad de los padres. "El 44% de los niños se crían en casas donde la madre está fuera la mayor parte del tiempo", indica el catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid Manuel Martín Serrano. "Yo no estoy diciendo que las madres vuelvan al hogar, sino que necesitan tiempo para estar con sus hijos", dijo. El defensor del pueblo de Andalucía, José Chamizo, fue más directo: "Muchas generaciones progres han educado a sus hijos en un sentido falsamente progresista. Y ahora se encuentran con que esos hijos los manejan, los manipulan".

Tribus y televisión

El hueco vacío dejado por la ausencia de un referente familiar claro ha sido rápidamente llenado por la pandilla -la tribu- y la televisión, el verdadero canguro de muchos niños españoles. "En los países occidentales, los escolares de primaria ven una media de tres horas diarias de televisión. Eso significa, según la Asociación de Psicología de EE UU, que al finalizar la etapa escolar han visto cerca de 8.000 asesinatos y cientos de miles de actos violentos de todo tipo", asegura Torruella. Es una constatación desasosegante si se tiene en cuenta que la violencia gratuita es la única que no es innata en el ser humano. "Se tiene que aprender desde la infancia", asegura el catedrático Enrique Echeburua.Si la mayoría de los expertos se han mostrado pesimistas ante este nuevo modelo de delincuencia juvenil, el análisis del catedrático Martín Serrano resulta demoledor: "Quienes llevamos años investigando las tribus estamos muy preocupados (...). No tanto por la expansión de la delincuencia, que nos preocupa, sino por su interiorización, por esa propensión a destruir lo que no forma parte de su círculo cerrado, el rechazo a lo que es diferente. Estamos, salvando las distancias, como en la Alemania de los años treinta, donde menos del 1% votó al Nacionalsocialismo, pero lo asimiló con una facilidad extraordinaria muy poco después. Lo llevaban en sus cabezas, igual que muchos de nuestros jóvenes. Ése es el problema".

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