Barreras
Tengo un hijo de 15 años con parálisis cerebral; esto quiere decir: llevo 15 años luchando contra todo y contra todos. Nadie puede imaginarse la enorme cantidad de barreras que debemos superar a diario. Paco tiene una minusvalía del 90%, la inteligencia conservada y unas enormes ganas de aprender y conocer todo lo que pueda. El estar sentado en una silla de ruedas no quiere decir que sea incapaz de disfrutar de la vida, ¡como tampoco lo es de sufrir!Ha estado integrado en un colegio público, Francisco de Quevedo, donde cursó toda la primaria y 1º y 2° de secundaria. Fue realmente una integración ejemplar; desde el principio, sus compañeros, y los profesores exactamente igual, le aceptaron y se entendían estupendamente con él. Paco no habla. Enseguida fue un niño querido y respetado por todos, incluso yo diría que admirado por su valor y empeño tantas veces demostrado. Al final de esta etapa se hizo un viaje de fin de curso al que, naturalmente, Paco fue como uno más, y si había alguna dificultad, todos se peleaban por ayudar, empujar la silla o lo que fuera preciso. Todos aprendimos algo importante.
El tercero de la ESO se hace en el instituto. Los alumnos del Francisco de Quevedo, que es el colegio de integración de motóricos de toda la zona, está adscrito al Instituto Margarita de Salas, pero... Paco no pudo ir, pues el instituto al que tienen que ir los niños de integración es otro, el Leonardo da Vinci. Esto nos causó gran desconcierto a todos, a Paco, a sus compañeros, a los padres de sus compañeros, profesores, psicólogos, a nosotros... y a todo el que se lo cuento.
Paco, valiente como siempre, se personó el primer día del curso a la presentación, pensando que los primeros días en un centro nuevo, con compañeros y profesores nuevos, sería la barrera más difícil. Pero no, resultó que el centro no estaba adaptado. Y Paco no podía asistir a las clases de momento. Semanas después, y con muchas dificultades, pudo asistir a su primera clase. Sus compañeros le aceptaron de inmediato. Lo demás son todo problemas. El transporte no está solucionado. A media mañana tengo que ir a cambiarle el pañal, pues, aunque tiene una auxiliar designada a tiempo completo, ésta no puede cambiarle dentro del centro por no haber en el mismo un lugar que reúna las condiciones idóneas. Yo le tengo que cambiar a diario en mi furgoneta aparcada delante del Leonardo da Vinci, y llevo una botella de agua caliente de mi casa. Si hay "una emergencia", me llaman para que, en vez de ir a las 11, hora del recreo, corra y vaya antes... si quiero, pues no es su problema. Con tan mala suerte de que hoy se ha estropeado el ascensor, y como la mayoría de sus clases son en el primer piso, se ha pasado el día en la biblioteca con la auxiliar, desesperado de aburrimiento e impotencia. Mañana no sabemos si estará el ascensor arreglado...- . .
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