El Madrid se desploma
Cualquier otro equipo con medio gramo de fútbol se habría llevado por delante al Inter
El Madrid ha entrado en caída libre. En San Siro confirmó todas las alarmantes señales de las últimas semanas, escenificadas en un partido infecto, frente a un rival en la misma situación crítica. Cualquier equipo con medio gramo de fútbol se habría llevado por delante al Inter, pero el Madrid fue una broma. Sin fútbol, sin ningún propósito de juego, sin orden, con un descrédito que alcanza a todo el mundo. Desde el entrenador hasta el último de los jugadores.Dos meses después de abrumar al Inter, el Madrid ha entrado en un periodo de desintegración que le lleva a la parálisis. Todas las señales son alarmantes. Las evidencias comienzan por el entrenador, que improvisó un sistema de blindaje que venía a reconocer el pésimo estado del equipo. Sin confianza en sus centrales, Hiddink decidió ampliar el número con el propósito de paliar el déficit de calidad por la cantidad. Pero Iván Campo estuvo a punto de tirar el tenderete con su descontrol en el arranque del partido. La ubicación de Jaime en la derecha estuvo destinada a beneficio de inventario, siempre desde el punto de vista extremadamente conservador de Hiddink. Jaime, que de ninguna manera es carrilero, asistió como espectador a un partido que proponía soluciones por su lado.
INTER 3
REAL MADRID 1Inter de Milán: Pagliuca; West, Bergomi, Galante, Colonnese; Moriero (Zanetti, m.57), Winter, Sousa (Cauet, m.75), Simeone; Ronaldo y Zamorano (Baggio, m.68). Real Madrid: Illgner; Jaime, Iván Campo, Sanchis (Suker, m.89), Fernando Sanz, Roberto Carlos (Jarni, m.); Seedorf, Redondo; Mijatovic, Raúl y Savio. Goles: 1-0. M.50. Ronaldo tira desde fuera del área, el balón tropieza en Zamorano y acaba en la red. 1-1. M. 59. Savio regatea a West dentro del área, centra y Seedorf, de cabeza, marca. 2-1. M.86. Simeone se interna, Iván Campo despeja mal y Roberto Baggio bate a Illgner por raso. 3-1. M.90. Simeone pasa a Baggio, que burla a Illgner y marca. Árbitro: Merk (Alemania). Mostró tarjeta amarilla a Sanchis, Illgner, Mijatovic, Seedorf, Baggio y Cauet. Giuseppe Meazza. Quinta jornada de la Liga de Campeones.
El Inter, un equipo menor que sufre una dependencia agobiante de Ronaldo, está tan mal construido que regala su banda izquierda. Pero el Madrid nunca pretendió imponerse en lo táctico ni en lo futbolístico. Llegó mal cosido, sin otro interés que la supervivencia. No entendió que el Inter era accesible, quizá porque en estos momentos el Madrid ha reducido sus aspiraciones dramáticamente. Nada queda del equipo que abusó del Inter en septiembre. Todo es provisional, pequeño, deficiente.
Sobre el Inter cabe el mismo discurso. Resultó patética su falta de soluciones para derribar al Madrid, preso de un ataque de pánico en el arranque. Cada línea era un despropósito, sin ningún jugador capaz de tomar responsabilidades en una situación que llegó a ser dramática en dos acciones de Ronaldo. En la primera cedió la pelota a Zamorano, que perdió un sencillísimo mano a mano con Illgner. En su segunda intervención apareció Roberto Carlos de forma milagrosa en el cierre. Fueron instantes arrolladores del Inter. Pero a su energía siempre le faltó contenido futbolístico. Su juego tuvo un corte primario, de una frontalidad pasmosa. En lo táctico, abundó en las marcas personales y en un desorden que no aprovechó el Madrid.
Lo más asombroso fue la timidez madridista frente a un equipo destruido. Después de su ataque de entusiasmo en los primeros minutos, el Inter no alcanzó a interpretar el juego en ninguno de sus aspectos. Era evidente que la única solución a sus problemas pasaba por el uso y disfrute de Ronaldo, pero resultó que el Inter no dispone de un plan para aprovecharle. La consecuencia es que el Inter perpetra un fútbol pésimo y que Ronaldo tiene que interpretarse a sí mismo en cada jugada, en los lugares más inverosímiles del campo, en extrarradios donde es imposible prosperar. Lo curioso es que Ronaldo prosperó con más frecuencia de la debida, circunstancia que habla muy mal de la categoría defensiva del Madrid. Sólo Sanchis actuó con solvencia en las situaciones extremas. Los demás parecían pendientes de un hilo.
La monodependencia con Ronaldo terminó por anular al Inter.Con todas sus graves imperfecciones, el Madrid se avisó del estado del partido. El Inter padecía de raquitismo. Bastaba un poco de fútbol para superarle. Y con el mínimo juego posible, el Madrid fue capaz de equilibrar el encuentro, principalmente con el coraje de Mijatovic en el primer tiempo.
El duelo terminó por reducirse al absurdo ante la pobreza de los dos equipos. Los goles fueron consecuencia de cualquier cosa menos del fútbol. El primero estuvo provocado por un rechace de Zamorano, que desvió un tiro de Ronaldo. Un gol a la medida del partido. El Madrid empató en una dignísima acción de Savio, que desbordó al siempre desbordable West, un central que fue para el Inter lo que Iván Campo para el Madrid.
Pero el descalabro general madridista, y el defensivo en particular, se produjo en la cuenta final del encuentro. Coincidió con la entrada de Roberto Baggio, un futbolista extemporáneo en el Inter. Baggio interpreta el fútbol a la vieja manera, con delicadeza y sentido. Mantiene la llama incluso en su declive, que es notorio.
Baggio decidió el partido. Por supuesto con la generosidad de los defensas del Madrid. El Inter, que no estaba para nada, se encontró con el segundo tanto en un despeje infame de Iván Campo, cuya carrera en el Madrid está destruida. Pero su pésima actuación sólo cabe interpretarla como el símbolo de la desintegración de su equipo. Iván Campo fue un síntoma durante todo el partido. Desde el principio hasta el final, como quedó subrayada en el tercer gol del equipo italiano, un tanto que acreditó la habilidad de Baggio y la desesperante ineficacia de los defensas del Madrid. Y, por extensión, la ineficacia de un equipo que ha entrado en caída libre.
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