_
_
_
_
LA APUESTA POR UN MADRID SUBTERRÁNEO

Obras complejas, peligrosas y caras, según los expertos

Ingenieros, arquitectos, geólogos y urbanistas coinciden en que el proyecto, aunque factible técnicamente, alterará la vida en la ciudad

El proyecto del gobierno municipal de Madrid para meter a través del subsuelo las grandes autovías de peaje en el centro de Madrid causó ayer reacciones diferentes, generalmente adversas, entre ingenieros de Caminos, arquitectos, geólogos y urbanistas consultados al respecto. La medida implicará incorporar unas 40.000 plazas de estacionamiento a las 90.000 ya existentes o proyectadas en función de los 230 estacionamientos subterráneos municipales que la ciudad ya posee.El presidente del Colegio de Ingenieros de Caminos, José Antonio Torroja, coincidió en que las autovías subterráneas podrían ser factibles, y subrayó: "No se puede rechazar de plano la idea, pero hay que ver cómo encaja en la política de transportes de la Comunidad, ya que es un plan que involucra a muchos municipios".

"Se trataría de una obra muy compleja, aunque técnicamente es factible", dice Blas Martín Galdona, de 57 años, ingeniero de Caminos, especialista en autopistas y obras hidráulicas. "El suelo de Madrid es muy arenoso, bueno para ser excavado, pero muy malo para sostenerse, lo cual resulta peligroso. La red de alcantarillado, por su antigüedad, presenta múltiples fugas de agua y eso dificulta especialmente cualquier obra de este tipo", añade. Para Blas Martín, "una autopista confortable en Madrid exigiría unos quince metros de anchura, con carriles, arcén y aceras. Creo que buscarán que discurran bajo calles, incluso por tramos a cielo abierto, porque, de cruzar bajo avenidas ya perforadas, habrá que bajar mucho y hacer lo que se denomina retúneles. Esto es muy caro".

Luis Suárez Ordóñez, presidente del Colegio Profesional de Geólogos, afirma, por su parte: "Desde el punto de vista técnico y ambiental, realizar más túneles en Madrid para distribuir el tráfico a bajo nivel es viable, puede llevarse a cabo. Pero construir en Madrid, cuyos terrenos son de arcilla (en el sur) o arena (en el norte) requiere hacer estudios adecuados". Y destaca: "Estamos acostumbrados a que, de cuando en cuando, un político se sienta iluminado, alumbre una idea e inicie un proyecto, pero sin haber hecho los estudios previos pertinentes y necesarios". Suárez precisa: "Para una obra de este tipo habría que encargar estudios geotécnicos y geológicos, previos al comienzo de los proyectos. Esto llevaría al menos dos años y no costaría menos de 500 millones de pesetas", matiza. "No creo que en este caso se hayan hecho tales estudios. Si se hicieran, se podría evitar el impacto ambiental negativo. Y además, habría que prever un sistema de vertederos , ya que se excavarían millones de metros cúbicos".

Ricardo Aroca, director de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, dice, por su parte: "El nivel vital de la ciudad es el nivel de la superficie de la ciudad. Este proyecto persigue meter los problemas debajo de Madrid, pero crea, encima, otros más graves aún. Si Madrid fuera Toronto, en Canadá, donde se pelan de frío nueve meses del año", explica, "el proyecto subterráneo tendría algún fundamento. Pero", añade, "tratándose de una ciudad como la de Madrid, con temperaturas gratas durante todo el año -salvo el día de hoy (por ayer), bromea-, lo que va a conseguir el Ayuntamiento es que no nos veamos las caras los unos a los otros. Nos deshumaniza a todos".

Aroca, asimismo presidente del Club de Debates Urbanos y urbanista, afirma: "El proyecto consiste en hacer Madrid a la medida de los que no viven en Madrid y con el dinero de los que sí viven en la ciudad". Y destaca: "Toda cesión privada de suelo como ésta es un quebranto de la soberanía y de la propiedad pública. Recuerdo que dijeron que la plaza de Oriente no costaría un duro a los madrileños y, mire usted por dónde, fueron 3.000 millones. Todo esto implica una gran hipoteca sobre el suelo público".

Para el arquitecto Francisco Fernández-Longoria, "la política de la alcaldía ha puesto el énfasis en el automóvil. Construir una autopista subterránea parece una idea vanguardista, pero, en realidad, es retrógada. Lo verdaderamente avanzado", asegura, "es el uso peatonal de la ciudad. Por ello, cualquier medida que favorezca la penetración del automóvil en el centro de la ciudad, aunque sea en forma subterránea, no sólo es errónea, sino también malévola". Como alternativas, plantea las siguientes: "Lo menos peligroso es un sistema disuasorio,que se instrumenten filtros económicos, como peajes, y que se le dé al ciudadano la posibilidad de dejar su automóvil fuera del centro y llegar a su lugar de trabajo en transporte público". El arquitecto señala también: "Esas medidas son impopulares, porque el madrileño suele usar el automóvil hasta para ir a comprar cigarrillos. Pero hay que pensar a largo plazo y dar prioridad al mejoramiento de la red de transporte público. Es decir, hay que resolver el problema en el origen y no en el destino. La ciudad", concluye Fernández-Longoria, "está perforada como un queso y, aún así, siguen proyectando más agujeros. Y cuanto más profundos sean los túneles, mayor será el disparate, porque aumentará el nivel de inseguridad".

Juan Laguna, arquitecto y urbanista, opina: "El proyecto me parece una atrocidad inconcebible. Ahora bien", añade, "creo que es coherente con el hostigamiento contra el peatón emprendido por el alcalde. Mientras las grandes ciudades se preguntan por el monóxido de carbono que emiten los automóviles, aquí a nadie parece preocuparle lo que pase con esa masa gaseosa bajo la ciudad".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_