_
_
_
_

Extremistas musulmanes matan a palos a seis católicos en Indonesia

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Yakarta vivió ayer una nueva jornada de caos. Esta vez no fueron las confrontaciones entre los estudiantes que demandan reformas democráticas y los militares. Fue una violencia ciega, sin motivación política aparente. Miles de extremistas musulmanes recorrieron las calles del barrio chino quemando varias parroquias católicas. Al menos seis personas resultaron muertas y otras 18 heridas. Los manifestantes acusan a los católicos de haberse enriquecido durante el periodo de la dictadura de Suharto.

Una columna de humo, mezclada con olores de gas lacrimógeno inundaba ayer el barrio chino de Yakarta. Tras una semana de violencia callejera, el caos se apoderó de nuevo de la capital indonesia. Esta vez no fueron los ciudadanos de origen chino las víctimas de los ataques de la turbamulta, esta vez fueron los católicos que asistían a la misa dominical. Miles de musulmanes arremetieron contra varias parroquias católicas frecuentadas por personas procedentes de Ambon. Les acusan de amasar fortunas durante la dictadura.Al anochecer, amplias zonas de este barrio estaban repletas de cascotes, cristales rotos y basura quemada. Cientos de soldados armados con varas de bambú y apoyados por blindados que lanzaban granadas lacrimógenas, lograron poner orden. Son varios los testigos que aseguran que los soldados también efectuaron disparos con armas de fuego.

Uno de los seis muertos fue ahorcado por la muchedumbre y arrastrado por las calles. Después fue paseado, como si de un trofeo se tratara, metido en un carrito de la compra robado en un comercio cercano. Otros tres fueron asesinadas a palos. Algunos de los asaltantes se dedicaron a saltar sobre dos de los cuerpos. Otro, estaba decapitado.

Las tensiones políticas, étnicas y religiosas son uno de los principales peligros con los que se enfrenta esta antigua colonia holandesa tras 32 años de férrea dictadura militar y familiar por parte de los Suharto. Doscientos millones de habitantes metidos en un vasto archipiélago, 300 etnias diferentes y 500 lenguas y dialectos. Un polvorín.

Matanza en Timor

Por otra parte, el premio Nobel de la Paz y obispo de la capital de Timor Oriental, Carlos Ximénes Belo, denunció ayer que las tropas indonesias han causado cerca de 40 muertos civiles en acciones militares en el sur del territorio, donde se encuentran las ciudades de Same y Alas.Ximénes Belo dijo a la emisora portuguesa Antena Uno que ya fueron identificados 11 de los civiles muertos y que había solicitado la retirada total de las tropas indonesias de la zona. "El mando militar de las tropas indonesias en Dili pidió la intervención de la iglesia, pero yo les dije que primero tenían que que retirarse", agregó el obispo.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Ximénes Belo dijo que tenía informaciones de que los indonesios habían incendiado al menos 30 casas de ciudadanos timorenses en Alas. Fuentes de la resistencia timorense informaron de que el número exacto de bajas civiles es de 42 muertos y que hay 40 desaparecidos.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_