Barrero se enfrentará a Ibarra, pero De Grandes no lo hará con Bono

La proximidad de las elecciones autonómicas, municipales y europeas -previstas para el 13 de junio de 1999- comienza a caldear el ambiente en el Partido Popular. El presidente del Senado, Juan Ignacio Barrero, será el aspirante a la presidencia de Extremadura, que mantiene el socialista Juan Carlos Rodríguez Ibarra, según manifestaron ayer a Efe fuentes de la dirección popular, pero el portavoz del PP en el Congreso de los Diputados, Luis de Grandes, no va a competir frente a José Bono por la presidencia de Castilla-La Mancha. Las mismas fuentes añadieron que ambas decisiones están prácticamente cerradas y que sólo se espera el momento oportuno para hacerlas públicas.Miembros de la dirección del PP indicaron que las encuestas señalan que Barrero es el político mejor situado para hacer frente a Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Las posturas contrarias a la designación de Barrero aseguran que ello facilitaría las críticas de la oposición por el hecho de que el presidente del Senado no acabe la legislatura al frente de la institución. Problema que quedaría resuelto si el presidente del Gobierno, José María Aznar, decide adelantar las elecciones generales o las hace coincidir con las europeas, autonómicas y municipales, tal como le apremian algunos de sus más importantes ministros. Se baraja a Esperanza Aguirre, ministra de Cultura, para sustituir a Barrero en el caso de que finalmente se decidiera a afrontar el reto de luchar con el barón socialista Rodríguez Ibarra.

Con respecto al candidato para la presidencia de Castilla-La Mancha, la dirección del PP tampoco tiene dudas de que De Grandes sería el más idóneo para tratar de desbancar al socialista José Bono. Pero no considera oportuno que el portavoz parlamentario tenga que ser sustituido, aunque sea por unos meses. Quien cuenta con más papeletas para ser candidato es el alcalde de Toledo, Agustín Conde. Aunque no se descarta otra opción: la de la ministra de Medio Ambiente, Isabel Tocino. Esta posibilidad, sin embargo, choca con otro obstáculo: la pretensión de José María Aznar de concluir la legislatura sin realizar cambios en su Gabinete.