Fuera pelucas
Triunfa una iniciativa para modificar la indumentaria tradicional de los lores en el Reino Unido
Fue una victoria por los pelos. Las fuerzas reformistas asestaron ayer un devastador golpe al movimiento ultraconservador y tradicionalista de la Cámara de los Lores aliviando al lord chancellor del suplicio de cumplir su trabajo bajo el peso de una gruesa peluca blanca y, sobre todo, el espectáculo de ver al jefe supremo de la justicia de Inglaterra y Gales en bombachos y zapatos de tacones altos y hebillas metálicas de diseño medieval.De ratificarse el voto en los próximos días, como todo el mundo se espera, lord Derry Irvine, el jefe supremo de la justicia de Inglaterra y Gales, mano derecha y mentor del primer ministro Tony Blair, se ahorrará el anacrónico espectáculo de aparecer como un personaje del siglo XVII y lucir trajes más acordes con los tiempos de la New Britain y quizá hasta con el teléfono portátil en mano. La nueva moda va a ser extensiva a los jueces, abogados y procuradores.
Lord Irvine se libra, por tanto, de aquella falsa melena de rizos blancos que él mismo criticó como una incomodidad insufrible. Los deseos de lord Derry Irvine de canjear la anticuada vestimenta por los trajes modernos se impusieron durante una agitada sesión del Comité de Asuntos Internos de la Cámara de los Lores, que votó 145 a favor de la reforma del look frente a 115 enfervorizados partidarios de mantener la pomposa tradición. Entre ellos se contaba el conde Ferrers, que acusó directamente al Gobierno de promover reformas "que van a cortar nuestra tradición por tajadas, como a un salami".
"Es un día negro", comentó un sastre de Saville Row, la famosa calle de sastres londinenses que confeccionan los caros atuendos, sinónimo de una solemnidad británica en franco periodo de revisión y cambio.
La ajustada votación de ayer reflejó las diferencias que se registran dentro de la Cámara alta británica, hoy en el centro del intenso debate acerca de su futuro papel en una sociedad moderna. Irvine, que es amigo y mentor del primer ministro laborista, Tony Blair, dejó boquiabiertos a los lores el jueves pasado cuando propuso la eliminación de la peluca que por tradición deben llevar los letrados en el Reino Unido.
Bajo las augustas bóvedas de la Cámara de los Lores se debatió hasta anoche si la de Irvine era una idea en línea con los tiempos o una intolerable afrenta contra los más sacrosantos valores estéticos y morales del Reino Unido. Irvine, a quien su amigo y admirador Blair una vez describió como "el hombre con el cerebro del tamaño de una sandía" y le ayudó a salir de apuros cuando se supo que gastó 60.000 libras esterlinas en la redecoración de su despacho, estremeció a los lores cuando confesó que lo de la peluca le tenía cansado.
"Es que pesa una tonelada", protestó lord Irvine ante una comisión que quedó pasmada ante semejante declaración revolucionaria. Fue una actitud particularmente sorprendente, ya que partió del hombre que en teoría debe representar el apego y lealtad a las costumbres de la Corona.
El grito de libertad de Irvine se inscribe en el cuadro de iniciativas renovadoras para la Cámara de los Lores. Tony Blair abandera el movimiento para eliminar los privilegios hereditarios de los miembros de la Cámara alta, que la mayoría de los británicos consideran un anacronismo antidemocrático. Con gran apoyo de la opinión pública, el Gobierno neolaborista de Blair quiere transformar la Cámara alta del sistema parlamentario británico para aproximarla a estructuras más acordes con el entorno europeo.
Sus críticos conservadores le acusan de promover el entusiasmo reformista a fin de aumentar el número de lores laboristas en un ámbito tradicionalmente controlado por los conservadores, o tories. Para mayor alarma de los conservadores, Blair ha designado a la atractiva, controvertida y apasionada baronesa Margaret Jay, la hija del ex primer ministro laborista James Callaghan, al frente del movimiento reformista.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.