Hermanas a la obra
El edificio del Convento de las Carmelitas Descalzas de Granada, uno de los más antiguos y con más rica historia de la ciudad, está amenazado de ruina. En él vivió y murió en 1515 Gonzalo Fernández de Córdoba, más conocido como El Gran Capitán, que sirvió a las órdenes de Isabel la Católica en la reconquista de la ciudad a los nazaríes. Setenta años después, en 1584, el místico San Juan de la Cruz fundó en el palacio solariego uno de los conventos de la orden de Santa Teresa. Han sido sus actuales ocupantes, las continuadoras de aquellas primeras 21 Carmelitas Descalzas, las que han dado la señal de alarma sobre el deplorable estado de conservación de la casa. Los informes técnicos la declaran casi inhabitable y las hermanas solicitan ayuda económica para su rehabilitación, algo que la Junta les niega. El edificio, ubicado en pleno centro de Granada, está catalogado como Monumento Histórico de primera categoría. Permanece cerrado al público debido a su escaso valor artístico y a la estricta clausura. La falta de interés turístico es, en opinión de la superiora de la congregación, Carmen Martín, lo que desanima a la Consejería de Cultura a financiar las obras de recuperación. "Nos dijeron que no tenían dinero porque el desastre de Doñana había agotado los presupuestos", recuerda Martín la extraña respuesta recibida en la consejería. Once monjas y una novicia, de entre 35 y 77 años, intentan convivir intramuros. Sus quehaceres están marcados por la austeridad. Cultivan dos pequeños huertos y consiguen la mayor parte de sus ingresos con el lavado y planchado de ropa a particulares. Son precisamente sus salas de trabajo, así como las celdas en las que duermen, las zonas del edificio más deterioradas. El proyecto de rehabilitación redactado por el arquitecto Carlos Pfeifer da una idea del estado de conservación. "Carecen de los más mínimos principios de habitabilidad e intimidad; tienen goteras por estar vencida la cubierta y su estructura está en parte apuntalada y necesita una rehabilitación urgente". La ruinosa situación ha obligado a las monjas al desalojo de buena parte de las habitaciones y a acometer una primera fase de obras. Con ellas se recuperará la sacristía y las habitaciones del noviciado, que pronto recibirán una nueva vocación. Cuentan con un presupuesto de 35 millones, imposible de afrontar para la congregación. La situación se agrava si se tiene en cuenta que la rehabilitación íntegra del convento supondría 50 millones más. Por ello, las Carmelitas solicitan donaciones para financiar la segunda y tercera fase. A tal efecto han abierto una cuenta bancaria en el Banco Popular (0075 0010 03 070/1206260) y otra en el Central Hispano (0049 0004 91 2110775632). Pese a la humedad provocada por el mal estado de los tejados, la estructura del edificio permanece fuerte, según Pfeifer. Entre sus espesos muros aún se conserva la ermita donde San Juan de la Cruz oficiaba misa. El religioso y poeta creó el convento el 8 de noviembre de 1584 a petición de Santa Teresa, fundadora de la orden de las Carmelitas Descalzas. La santa abulense, ya enferma, trabajaba entonces en Burgos en una nueva casa para la congregación y delegó en el místico para comprar el edificio de Granada al nieto de El Gran Capitán, por la suma de 4.500 ducados. Don Gonzalo Fernández de Córdoba, "vencedor de moros, franceses y turcos" como reza la placa conmemorativa de la fachada del convento, vivió anteriormente en el entonces palacio, lo que permite pensar que su construcción date de mediados del siglo XV.
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