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Zurbano, la excepción

Demostrado: es posible construir una obra pública de cierta envergadura con un presupuesto moderado y dentro de los plazos fijados en la adjudicación. Y no sólo eso. Hasta puede entregarse antes de lo previsto. El Pabellón Álava, la cancha del primer equipo vasco de baloncesto, cumplirá esa excepción al haber duplicado su aforo en cuestión de medio año. El contrato entre su propietaria, la Diputación de Álava, y la empresa constructora, Lagunketa, estipulaba que debería terminarse para finales de enero de 1999. El plazo se incumplirá, pero en sentido positivo. Los 9.018 asientos del nuevo pabellón se podrán ocupar para el 22 de diciembre, es decir, casi un mes antes de lo acordado. Este anuncio realizado ayer por el diputado de Urbanismo, Avelino Fernández de Quincoces, supone una noticia en sí misma. No todas las obras públicas cumplen sus previsiones, y menos aún se terminan con una antelación de un mes. Sobre todo en Vitoria, una ciudad condenada, y resignada, a los retrasos. Hay una entidad cuya alegría por este adelanto será especial: el Baskonia. El club que preside Josean Querejeta ya piensa en lanzar una campaña de abonados para media temporada. Y ya se sabe, a más socios, más ingresos. Claro que no todo puede ser perfecto. Desde el 22 de diciembre, día del partido de Liga entre el Tau y el Barcelona, el Pabellón Álava albergará el doble de aficionados -el tope actual se sitúa en 4.800 localidades-, pero éstos difícilmente podrán estacionar sus vehículos en los alrededores. La obra en el aparcamiento y los accesos no se realizará de forma simultánea al edificio. El Ayuntamiento de Vitoria, encargado de esta parte, no llegará a tiempo. Es más, lejos de marchar al ritmo esperado, las gestiones para estas obras llevan camino de terminar con un retraso de meses. El terreno para la polémica está abonado. "Me produce pena y rabia que una obra de estas características no vaya acompañada de la urbanización. Nosotros no podemos esconder el pabellón hasta que los accesos no estén terminados. No tenemos la culpa de cumplir con los plazos", ironizó ayer Fernández de Quincoces. La Diputación ha previsto un gasto de 1.200 millones de pesetas para la reforma de Zurbano. De ellos, 830 corresponden al presupuesto de este año. Al día de ayer se habían gastado por completo, un signo del buen ritmo de las obras. Así pues, se consignará una partida con cargo a las cuentas de 1999. Aún quedan por colocar los asientos del graderío superior, las escaleras exteriores que servirán de acceso al pabellón, y otros complementos. Ahora bien, todavía existe una cuestión en el aire, que compete a la Diputación. A un mes de que se termine el pabellón, se desconoce qué entidad lo gestionará. Sólo se sabe que deberá ser un recinto multiusos, donde el baloncesto ocupe una amplia parte de su actividad, pero no de forma hemegónica. Pero esto forma parte de otro capítulo, cuya solución no se sabe cuándo llegará.

Una odiosa comparación

Las comparaciones son odiosas, pero en los casos del Pabellón Álava y Mendizorroza, inevitables. El anuncio de que la cancha de baloncesto se terminará con un mes de adelanto coincidió con una comparecencia pública del alcalde de Vitoria en la que José Ángel Cuerda explicó los pormenores del tortuoso proceso de remodelación del campo de fútbol. Mendizorroza, propiedad del Ayuntamiento, ha seguido una trayectoria opuesta a la de Zurbano. El presupuesto de la obra aún no está claro, porque se ha modificado sobre la marcha, el proyecto del arquitecto también se ha alterado por sus indefiniciones y los plazos cumplen la norma municipal que implica varios meses de retraso en todas las grandes obras públicas. El campo, cuyo ocupante único es el Alavés, tenía una fecha de entrega: la última semana de septiembre. Pero Mendizorroza no se terminará hasta el 6 de diciembre. En principio. Mientras, los socios del Alavés con los abonos más caros se sientan en una tribuna sin cubierta. El campo carece ahora mismo de palco, zona de prensa, vestuarios definitivos y de la pista de atletismo cubierta bajo la Tribuna Principal. Todo ello formaba parte del proyecto realizado por el arquitecto de la Liga de Fútbol Profesional, Joaquín Becerra. A él han ido dirigidas la mayoría de las críticas, incluida la del alcalde. "No voy a hacer reproches ni al Alavés ni a su arquitecto", comentó Cuerda, "pero el proyecto que se ha realizado es el que está elaborando el arquitecto que eligió el Alavés". La obra, costeada por Ayuntamiento, Diputación, Gobierno vasco y Alavés, tuvo un presupuesto inicial de 927 millones, a lo que se debían añadir otros cien del césped y los asientos. Pero la empresa constructora, Bikani, llegó a pedir otros 900 más para poder terminar la obra. El alcalde aclaró que cada institución aportará 75 millones más de los previstos, pero que tratará de que no se dispare el presupuesto. "El campo se va a terminar y quedará estupendo, pero no habrá gastos superfluos. No podemos tirar el dinero público".

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