Barreras

BEGOÑA MEDINASomos capaces de escuchar y repetir frases sin pensar en el sentido de lo que oímos o decimos; nos acostumbramos a cualquier barbarismo y nos quedamos tan tranquilos. Por eso me gustó que Mari Cruz Aguilar, en la presentación del proyecto de un centro para deficientes psicofísicos, dijera que "más que quitar barreras, se trata de no ponerlas". Naturalmente que si tenemos que quitar barreras es porque las hemos puesto antes, nadie lo duda, pero estamos acostumbrados a hablar de quitarlas y es tan agradable como poco frecuente el que alguien rompa con la costumbre y busque la precisión en el lenguaje. Es otro tipo de barrera que nos ponemos: la de la pereza mental. Estamos en lo que estamos y no es cosa de entretenernos en exquisiteces semánticas, sino en arreglárnoslas con lo que nos llega redactado y comprendido. Otra comodidad, y también obstáculo mental, es dar por cierto lo que llevamos y sabemos desde hace tiempo, de otras circunstancias y momentos, ese juicio preconcebido que puede distorsionar la realidad. ¿Quién se pone a estas alturas a repensar? Yo pude comprobar esa pereza mental en mis propias neuronas, cuando me encontré con la cola que esperaba para ver La mirada del otro: ¡Otra vez los sevillanos embobados con los símbolos y tradiciones de su ciudad!, pensé. Una barrera con la que reaccioné injustificadamente, porque el montaje de la exposición es un acierto, y un privilegio el poder situarse, tan de cerca y a la altura de los ojos, entre los dos Giraldillos frente a frente, interrumpiendo la mirada, el tiempo y los opuestos, tú como espejo y juez entre el dorado y el negro, el viejo y el nuevo, el antiguo y el moderno, el auténtico y el sustituto. "La más voltaria mujer del mundo", según Cervantes. Y con nombre masculino, no se sabe por qué. Todo eso estuve a punto de perderme. Y es que una cosa es tomarte el trabajo de reflexionar sobre un tema o una sintaxis cuando lo necesitas y otra muy distinta es darle vueltas y repensarlo en el tiempo por afición y por exigencia personal. Un recuerdo para Juan Miguel Serrera, a quien mucho vamos a echar en falta porque no se puso barreras en su pensar ni aprovechó comodidades mentales en el ejercicio de su profesión.