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"Por sus propuestas, el PP no quiere hacer una Acadèmia como estipula la ley"

Miquel Alberola

Pregunta. Dicen que lo difícil era elaborar el dictamen en el Consell Valencià de Cultura (CVC) y hacer ley la Acadèmia Valenciana de la Llengua. ¿El drama estaba en los integrantes de la nueva institución? Respuesta. El drama está en la politización de los criterios de selección de candidatos, que se produce cuando se introducen elementos ajenos a la disposición transitoria que regula el perfil de los académicos. La ley no habla de cuotas de partido, sino de una distribución numérica entre expertos (14 expertos como mínimo "de acreditada competencia científica y académica, objetivamente evaluable") y escritores y docentes "con acreditada competencia en valenciano o de reconocida producción en el campo del valenciano" (7 como máximo), todos, por lo tanto, técnicamente cualificados. Si la Acadèmia se crea para despolitizar el tema, es una contradicción alumbrarla con mal pie. P. El presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, y el secretario general del PSPV, Joan Romero, se acusan mutuamente del bloqueo en que se encuentra la negociación para elegir a los 21 académicos. Desde una posición científica, como es la suya, ¿cuál es la causa? R. Creo que es siempre mejor mirar hacia adelante y no hacia atrás. La actidud de ambos debería ser resolver de una vez por todas y con buen pie, es decir, ajustándose a lo que estipula la ley, una cuestión de Estado. No tengo dudas de que éste es el propósito del PSPV-PSOE, pero no lo veo claro en el caso del PP, a juzgar por el poco rigor de alguna de sus propuestas. Es lo que espera la inmensa mayoría de los valencianos preocupados por el tema, que ha tenido su reflejo en el apoyo masivo -explícito o, en el caso de Esquerra Unida, crítico- al dictamen del CVC. P. En realidad, ¿cuáles son las propuestas del PP? R. Mezcla nombres que podrían ajustarse al perfil con otros que no casan en absoluto, y en algunos casos incluyen nombres que militan en contra del sentido del dictamen del CVC, cuyos criterios y principios han de inspirar la actuación de los miembros de la Acadèmia. P. El 1 de noviembre usted mantuvo una reunión con el consejero de Educación y Cultura, Francisco Camps. Fuentes del PP aseguraban al día siguiente que casi habían logrado un acuerdo con usted, mientras que los socialistas dicen lo contrario. Sáquenos de dudas. R. Me pidió que me reuniera con él y lo hice a título puramente personal, como le advertí. No se puede hablar de acuerdos o de desacuerdos, porque yo no representaba a nadie sino a mí mismo. Sirvió para comentar los puntos de vista de ambos y advertí una cierta flexibilidad por parte de él en algunos aspectos e inflexibilidad en otros. El único resultado positivo es el diálogo. La responsabilidad en el tema recae exclusivamente en los parlamentarios valencianos. P. ¿Es cierto que el PP ha rehusado nombres de su propio partido por considerarlos "catalanistas"? R. Si por "nombres de su propio partido" incluye a votantes y simpatizantes, he de entender que el consejero así lo dejó entender. P. Zaplana ha dicho que el Institut Interuniversitari de Filologia Valenciana está dividido ante la composición de la Acadèmia. ¿Es así? R. Creo que se confunde la desconfianza que mantiene una parte de la comunidad universitaria hacia la propuesta de creación y composición de la Acadèmia con la posición unánime del Institut: la Acadèmia Valenciana de la Llengua no es su proyecto, pero si se constituye de acuerdo con la ley, si hay garantías de que su actuación responderá a criterios científicos y contribuye a superar uno de los aspectos del conflicto lingüístico, el Institut pondrá su grano de arena. P. ¿En qué ha cedido el Institut? R. Dejemos las cosas claras: las partes son todos los grupos parlamentarios, pero no el Institut. En el caso del Grupo Parlamentario Socialista, el interlocutor es claro: Antonio Moreno. En el caso del PSPV-PSOE, su secretario general, Joan romero. Y lo mismo podemos decir del PP o de los demás grupos. Lo demás es marear la perdiz. P. ¿Hasta dónde está dispuesto a ceder el Institut? R. El Institut Interuniversitari de Filologia Valenciana, como todos los usuarios leales del valenciano, sólo exigimimos el respeto a la ley en lo que se refiere al perfil de todos los miembros de la Acadèmia, porque eso es la única garantía de solvencia científica y autoridad moral de la nueva institución. P. ¿El símbolo del secesionismo lingüístico, Xavier Casp, puede desempeñar un papel conciliador? R. Toda persona competente que se comprometa a trabajar en el sentido del dictamen del CVC puede tener un papel positivo en la Acadèmia. La pregunta habría que hacérsela al señor Casp. A mí, particularmente, me gustaría que fuera así. P. ¿Estaría dispuesto a aceptarlo como vicepresidente de la Acadèmia? R. Eso lo determinará el sentido común de los que sean miembros de la institución. P. Algunos sospechan que este estancamiento que suena a desenlace estaba planificado por el PP. ¿Qué opina al respecto? R. Yo no hablaría aún de desenlace, sino de desencuentro puntual. No tengo otros elementos de juicio que los de cualquier observador: la ausencia de contactos efectivos a lo largo de casi todo el mes de plazo de constitución de la Acadèmia, la aprobación del PP de una proposición no de ley sobre la vigilancia ideológica de los docentes, nada concorde con el espíritu del dictamen y la ley de creación de la Acadèmia, las referencias a un aplazamiento de la constitución de la Acadèmia a diciembre, las insinuaciones de cambiar el quorum parlamentario mínimo para su constitución, el argumento de que el tema "no da votos", etc., etc., parecen confirmar una estrategia del PP destinada a desgastar al principal partido de la oposición y el propósito de dejarlo todo para después de las elecciones autonómicas. Me gustaría engañarme, pero ahí están los hechos. La víctima, en todo caso, es nuestro idioma y la imagen patética que ofrecemos de cara al exterior. Me parece extremadamente grave que quien ha encargado el dictamen proponga ahora una iniciativa en contra del dictamen, como lo es cambiar la mayoría necesaria para ratificar en las Cortes a los académicos. Quisiera creer que ha sido una mera salida de tono como otras muchas que se pueden observar en cualquier negociación. Lo que cuenta al final son los resultados. P. ¿La lengua "no da votos", como sostiene Zaplana? R. Si fuera así, no habría una oposición dentro de la izquierda para evitar que el PP se apunte una baza tanto de cara a las próximas elecciones como de cara a Madrid. P. Esa falta de acuerdo y la radicalización de posturas, ¿pueden reactivar el conflicto? R. El conflicto sigue estando vivo, porque algunos no quieren dejar de vivir en él. P. Si no se logra el acuerdo, ¿qué institución debe representar la autoridad normativa? R. Las universidades valencianas con estudios de filología, ya que, por la ley orgánica del Estado, son las que conceden los títulos oficiales de maestros, licenciados y doctores en valenciano, y cuyos especialistas en valenciano, por ser "de acreditada competencia científica y académica, objetivamente evaluable", son los que se ajustan al perfil que la ley de la Acadèmia Valenciana de la Llengua exige para sus 14 expertos como mínimo. P. ¿A quién se le puede imputar el fracaso si se produce? R. A quienes no están dispuestos a ajustarse a la ley y a quienes utilicen el tema como electoralista. De todas formas yo no hablaría todavía de fracaso. En todo caso, insisto: sería deseable no mirar hacia atrás, que no conduce a ninguna parte, sino hacia adelante. Nos jugamos buena parte de la imagen y del peso específico valenciano en el conjunto del Estado. Por decirlo gráficamente: una comunidad incapaz de resolver sus problemas no puede aspirar ni a obtener el AVE. Y la mayor responsabilidad, como también el mayor mérito o demérito, recae en la persona que tomó la iniciativa: el presidente de la Generalitat.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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